Regresión. Los otros. Amenábar… En definitiva, Cantabria de cine es el tema.
– Esta es nuestra encomienda. Volaremos a Santander. Allí nos esperará un carruaje, que nos conducirá a través de la provincia hasta nuestro siguiente destino: Arenas de Iguña.
Así se llama la capital del valle, que también da nombre al municipio. Dista unos 50 kilómetros de Santander. A pesar de lo reducido de sus habitantes (2282 almas), Arenas de Iguña posee un destacable patrimonio cultural y social, rico en tradiciones populares y leyendas. En este valle nació una fiesta cargada de personajes y símbolos: La Vijanera, un carnaval digno de conocer. En la actualidad, esta mascarada de invierno se mantiene únicamente en Silió, en el municipio de Molledo. El primer domingo del año, los apenas 700 residentes de la localidad observan cómo sus calles se transforman en escenario del primer carnaval anual que se celebra en Europa. Por sus rincones desfilan todo tipo de coloridos personajes (cerca de 75), que dan vida a esta fiesta de interés turístico nacional.
Los auténticos protagonistas de La Vijanera son los zarramacos. Cubren sus cuerpos con pieles de oveja, encarnan a los guerreros del bien y cantan sus coplas con sorna, para deleite del personal. Otro de los personajes es el oso de La Vijanera, que representa el lado oscuro, el del mal. También llaman la atención los trapajones que, cubiertos de hojas, helechos y musgos, simbolizan a los entes de la naturaleza.
– Si escucháis algún ruido extraño, no os asustéis.
No solo de fiestas y tradiciones vive Arenas de Iguña. El valle cuenta con un buen número de joyas arquitectónicas, en forma de casonas de los siglos XVII y XVIII. Entre ellas destaca una de las pocas casas góticas que se conservan en Cantabria, de grandes dimensiones y estilizado tejado a dos aguas. De viaje por Cantabria, vale la pena realizar una ruta por las casas históricas de la zona.
– Proseguid con cuidado y procurad, por vuestras almas, que esa vela no se apague. No os conviene quedaros a oscuras por estos lares.
Ya queda menos para desvelar el misterio del escenario de cine de hoy. De hecho, queda un kilómetro. Tal es la distancia que separa Arenas de Iguña de Las Fraguas y sus 203 habitantes. Esta localidad es el nexo de unión entre Cantabria y una película de éxito.
En la zona destaca una construcción de estilo neogótico muy especial. Se trata del Palacio de los Hornillos (o Palacio de Las Fraguas), construido por el arquitecto inglés Ralph Selden Wornam para Mariano Fernández de Henestrosa y Ortiz de Mioño, duque de Santo Mauro. Tras tan rimbombante nombre se esconde el propietario de la casa donde se rodaron los inolvidables exteriores de Los otros, el taquillazo dirigido por Alejandro Amenábar, producido en parte por Tom Cruise, y protagonizado por su ex mujer, Nicole Kidman. ¿Quién no recuerda esos momentos de angustia en la niebla, ese terror enervante que lograra erizar el vello y helar la sangre de la audiencia de medio mundo?
– Lo único que se mueve aquí es la luz, pero lo cambia todo.
Es una pena que no se pueda visitar por dentro. En su interior se encuentra el importante conjunto de las cuatro esculturas orantes de los Acebedos, declarado Bien de Interés Cultural. Otro elemento estrella de este conjunto arquitectónico es el jardín de La Casona, ubicado en el gran parque de los Hornillos. Un vergel poblado por robles, tejos y longevas secuoyas, así como por un extraordinario paseo de plátanos, famoso por acoger una de las escenas más emblemáticas de Los Otros. Se trata del momento en el que Grace (Nicole Kidman) ve a su marido desaparecido, rodeado por un misterioso halo de perenne niebla y por los mágicos árboles del jardín.
Dejando de lado el cine de Alejandro Amenábar, y antes de decir adiós a Arenas de Iguña y, por tanto, a Cantabria, añadir lo curiosa que resulta la visita a otro rincón de Las Fraguas. Se trata de la iglesia neoclásica de San Jorge, conocida como «El Partenón» y cuya arquitectura se asemeja a la del mítico templo dórico ateniense. Finalmente, para quien quiera seguir aprendiendo sobre el interés natural de Arenas de Iguña, localidad incluida en el Parque Natural Saja-Besaya, merece la pena invertir un par de minutos en leer el siguiente post.
Tanta intriga abre el apetito. En Cantabria, acallarlo es fácil gracias a alguno de sus célebres platos de cuchara, siendo el más famoso el sabroso cocido montañés. Hablando de palacios y casonas, los hay que abren sus cocinas al visitante. Uno de los más conocidos es el Restaurante Palacio Mijares (Santillana del Mar), de cuyo turrón de foie se hablan maravillas; más cerca de la zona que nos ocupa (Saja), La Solana de Bárcena Mayor (en el pueblo homónimo), sirve con maestría tradición y buenos platos. Para lujo de lugar y de carta (también de vinos), un favorito es el Restaurante Cenador de Amós, en Villaverde de Pontones.
Hasta aquí los consejos para hacer de Cantabria un viaje de cine. Basta con volar a Santander para adentrarse en un territorio mágico.
Foto: Dantzan
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