Han pasado más de veinte siglos, veinticinco incluso, pero el aura mística que envuelve a la cultura celta sigue reflejándose intacta. Las profundas raíces de esta civilización, de la que aún se desconoce con exactitud su procedencia y el origen de sus símbolos, vuelven a tomar fuerza con el Día de San Patricio, como ocurre cada año: una poderosa hermandad que une los puntos de España e Irlanda y todos aquellos lugares en los que llegaron a asentarse. De hecho, recientes estudios genéticos han confirmado que los primeros habitantes de Irlanda llegaron a la isla desde el norte de España, celtas que emigraron desde las costas cantábricas. Interesante, ¿verdad?
Los celtas conformaban una sociedad eminentemente guerrera, muy jerarquizada, que plantó cara por momentos al mismísimo Imperio Romano; no en vano, ya moraban en lo que hoy conocemos como Península Ibérica mucho antes de que los romanos la convirtieran en Hispania. En un principio se establecieron en la costa norte del país, en las actuales Galicia y Asturias, pero con el paso de los años lograron desarrollar una identidad propia gracias a su relación con otros pueblos de la zona, como los íberos de las provincias de Soria, Burgos o La Rioja: una interesante mezcla de culturas que les llevó a ser conocidos como Celtíberos. Tanto fue así, que hasta desarrollaron su propia escritura, presente en la actualidad gracias a diversas inscripciones arqueológicas.
Sus creencias religiosas se basaban en entes naturales, como el culto astral a la Luna y al Sol, levantando incluso altares en los que llevaban a cabo pomposos rituales; también adoraban a las diosas de la tierra y de la fecundidad. Especialmente significativas resultaban sus ceremonias funerarias, en las que se practicaba la cremación del cuerpo y se enterraba al fallecido junto con un prolífico ajuar compuesto por objetos de metal, sobre todo armas y objetos decorativos. De este modo, conformaron necrópolis concebidas como zonas sagradas en las que honrar a sus antepasados, algunas con varios miles de tumbas.
El rico legado cultural que dejaron en España se puede contemplar en dos vertientes:
Por un lado, de carácter arquitectónico, gracias a los castros y a los oppida, éstos últimos de un tamaño mayor. Hablamos de verdaderas ciudades fortificadas que levantaron en lugares estratégicos para que los antojos de la naturaleza les sirvieran de parapeto ante ataques enemigos: era aquí donde se resguardaban los celtas en épocas de guerra. Sus casas eran de planta circular por motivos mitológicos, pues creían que la ausencia de esquinas impedía que los espíritus habitaran en el lugar; estaban hechas de piedra y con techos de paja, y solían estar edificadas en zonas elevadas de montaña, algo que les permitía creer en un contacto más directo con el cielo y sus divinidades. Muchos de ellos se encuentran junto al mar, ofreciendo unas panorámicas de gran belleza.
Por otro lado, de carácter artístico, con esculturas, monedas, armas y trabajos artesanos de un valor incalculable. Mención especial requieren algunas piezas de orfebrería como sus fíbulas, brazaletes y torques, finísimas obras de arte que utilizaban durante los rituales, así como sus cerámicas, auténticas joyas manufacturadas. No menos llamativos resultan los verracos, unas esculturas con forma de toro que concebían como protectoras de la ganadería; el conjunto escultórico mejor conservado lo conforman los Toros de Guisando (arriba), en la provincia de Ávila, que datan del siglo II a.C.
Finalmente, la cultura celta aún sigue presente en algunas costumbres y expresiones culturales del norte de España. El mejor ejemplo quizá lo represente la música, especialmente en aquellos estilos en los que la gaita (arriba) tiene un papel protagonista, un instrumento tradicional típico de Asturias y de Galicia: escuchar música folclórica de esta parte de España te hará recordar a los sonidos más arraigados de Irlanda o Escocia. En ocasiones, estas melodías también se acompañan de bailes, como ocurre en las Highlands; la música celta de estilo folk y pop son géneros populares en esta regiones. Por su parte, otra interesante peculiaridad de Galicia con probables raíces celtas estriba en su tradición de meigas y bruxas.
https://youtu.be/ezudAvNqM1E
Son numerosos los vestigios celtas que podrás conocer durante tu paso por España, pero hay ciertos yacimientos de enorme importancia histórica que se convierten en una visita obligada. Algunos de los más destacados son:
· Castro de Santa Tecla, en Pontevedra: muy extenso, con restos bien conservados y con dos viviendas reconstruidas.
· Castro de Baroña, en A Coruña (imagen principal): edificado sobre una península, junto al mar, todavía conserva los vestigios de unas veinte casas.
· Castro de Viladonga, en Lugo: cuenta con algunas murallas y un museo adyacente donde podrás contemplar algunos de los elementos arqueológicos hallados durante las excavaciones.
· Castro de Coaña, el más conocido y mejor conservado de Asturias.
Imágenes | Marques; Andres Garcia Martin; Dario Alvarez.
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