En España, cuando se habla de surf, resulta inevitable acabar haciéndolo de Cantabria y de las preciosas playas que alumbran su costa. Motivos para ello no faltan: quizá porque en Ribamontán al Mar se inauguró la primera escuela del país, en el año 1991; tal vez se deba a que sus aguas registraron una de las mayores olas que se recuerdan en España, con una altura superior a los 26 metros; o probablemente por la belleza del entorno natural, que combina litoral y montaña de una manera sublime, creando un auténtico regalo para nuestros sentidos. Cantabria es un paraíso para riders, ¡y de qué manera!
La práctica surfera en esta región norteña se remonta a los años 60, cuando el intrépido Jesús Fiochi, en Santander, comenzó a surcar las olas con una tabla que trajo de Francia; fue la primera vez que ocurría algo así en España, un bautizo histórico. Desde entonces, aquí, la afición a este deporte ha logrado atraer cada año a miles de surfistas que llegan desde diversos puntos del planeta para disfrutar de las singulares aguas del mar Cantábrico. Su fama es merecida, más que merecida: se trata de una tradición que viene de lejos.
A pesar de ser una única provincia, el principal reclamo de Cantabria estriba en la enorme diversidad de sus playas, orientadas a todo tipo de público y con más de doscientos kilómetros de costa en su haber. Acoge arenales como el de Laredo, en el extremo este, en el que las olas golpean con sigilo y ejercen de especiales maestras de ceremonia para aquéllos que están haciendo sus primeros pinitos subidos a una tabla; los acompañan sutilmente durante sus pasos iniciales, abriéndoles las puertas de una aventura mágica. El encanto de sus alrededores convierte a playas como La Salvé y San Julián (arriba), pertenecientes a este municipio, en uno de los puntos álgidos durante la época estival. También resultan idóneas para principiantes las playas de Sonabia y Arenillas, en Castro Urdiales, casi en la frontera con el País Vasco.
Muchas más opciones tienen a su disposición los surfistas con una experiencia probada. En Santander, la capital de la región, El Sardinero es sin duda el arenal más conocido de la ciudad, de ahí su carácter urbano: de dificultad media, es un estupendo reclamo durante los meses de otoño e invierno. No se queda atrás la Playa de Merón, en San Vicente de la Barquera, de aproximadamente cuatro kilómetros y que alberga numerosas escuelas de surf, encargadas de conservar intacta la tradición; aquí, aficionados de todas las edades se dan cita para compartir su amor por las olas y para deleitarse con las espléndidas panorámicas que ofrecen los Picos de Europa cuando se ven desde el mar. Hablamos de una postal de belleza inenarrable. Y, por supuesto, no podemos olvidar una especial mención a Ribamontán al Mar (ayuntamiento al que pertenece la Playa de Somo), primera reserva de surf de España y la segunda del mundo después de Australia. Es, además, lugar de peregrinación para amantes del surf durante todo el año: si deseas vivir un ambiente típicamente surfero, éste es el lugar indicado.
Liencres y Suances son dos preciosos pueblos costeros con aguas bravas y zonas de litoral especialmente destinadas a los verdaderos riders, debido a la elevada preparación que se requiere para surcar sus olas. El primero alberga playas inmersas en el Parque Natural de las Dunas de Liencres, ofreciendo la oportunidad de surfear en plena naturaleza entre fuertes corrientes marinas; el segundo, con gran tradición y con arenales rodeados de paisajes escarpados, acoge, entre otras, la célebre Playa de los Locos. ¿Hace falta algo más que el nombre para definir la esencia de este afamado enclave?
Playas de ensueño, naturaleza virgen, olas de primer nivel y un ambiente surfero de película. Y, por supuesto, si has comprado tu billete con Iberia después del 1 de junio de 2016, puedes beneficiarte de nuestras nuevas tarifas para volar con tablas de surf. Un tándem inmejorable. ¿Estás preparado para descubrir la magia de Cantabria?
Fotos| Turismo de Cantabria