Deja que Marrakech te inspire

06/06/2017

Jardin Majorelle

Marrakech es pura experiencia. Pura vida en movimiento frente a la más plena calma de los patios escondidos de su riads y sus famosos jardines de Menara y de Majorelle; es más, no has vivido Marrakech si no te has hospedado al menos una noche en uno de sus miles de riads y te has perdido por uno de estos jardines.

Marrakech tiene muchos encantos, y nadie que la visite puede dejar de vivir la magia nocturna de la plaza Jemaa el-Fna, perder una mañana por su zoco en busca de algún recuerdo que traslade el aire de Marrakech a tu casa o descubrir las maravillas de la mezquita Ali Ben Youssef y la Madrasa, donde el tiempo parece que se paró algún siglo atrás.

Pero Marrakech es mucho más: caminar por su ciudad vieja es aventurarse por mil una callejuelas laberínticas en las que vas descubriendo rincones, tiendas y, sobre todo, pequeñas puertas de madera que esconden mágicos patios ocultos donde esconder secretos a la ciudad y a sus gentes.

La maravilla de los riads es su sorpresa.  Y es que después de caminar por las serpenteantes calles de la ciudad, después de incluso pensar que te has metido en un laberinto del que no podrás salir jamás, te descubres dentro de un patio de azulejos de vivos colores, muchas veces con el sonido del agua corriendo en alguna fuente. Y por un momento crees que estás a punto de vivir una de las historias de Las mil y una noches o que tras las celosías de las ventanas hay alguna misteriosa princesa observando la vida y esperando a ser rescatada. Deleitarse con una estancia en un riad es despertarse con el rico olor de un típico desayuno marroquí servido en el patio; es disfrutar de un té de menta en su azotea mientras contemplas los minaretes de la ciudad alzándose sobre los cientos de tejados planos de la ciudad vieja; simplemente, es uno de esos placeres que hará de tu viaje algo sencillamente inolvidable.

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Y no sólo en los riads uno descubre la calma de la ciudad. Alguien como Yves Saint Laurent ya descubrió la magia de estos lugares cuando adquirió los Jardines de Majorelle, ahora abiertos al público y que cualquier viajero no debería dejar de visitar. Cuando entras en ellos entiendes perfectamente por qué el famoso diseñador y Pierre Bergé se enamoraron de este lugar cuando lo visitaron: a ellos les debemos que hoy podamos adentrarnos en este oasis botánico, verde y azul intenso, que nos muestra exóticas plantas traídas de los cinco continentes. Según paseas entre las sombras de las palmeras o caminas junto a las múltiples fuentes sientes la necesidad de sentarte e imaginar, por un momento, todo lo que este lugar pudo y debió de inspirar a un genio como Saint Laurent.

Más allá de la ciudad, a las puertas de la cordillera del Atlas, los Jardines de Menara te trasladan a un universo distinto. Un lugar donde pasear al atardercer relajarse junto a su estanque y admirar el horizonte con el perfil de los montes Atlas al fondo. Este oasis urbano destaca por ser un gran olivar en medio del desierto y en el que, tanto lugareños como turistas, se confunden entre los paseantes que buscan el frescor del lugar y la calma lejos de la bulliciosa ciudad. Sin duda, una excelente opción para acabar el día en Marrakech.

Fotos | Ramón Dengra

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