Estupendo. Nocturno. Así es. Así es como un polaco en Tokio percibe y retrata la realidad de este gigante asiático. Lukasz Palka lleva casi una década instalado en Japón. Tokio lo ha enamorado y por eso ha puesto a su servicio lo que mejor sabe hacer: retratar el fluir de una ciudad. En Tokio este fluir siempre está en acción. Estamos ante otra de esas ciudades que se suman a la lista de ciudades que nunca duermen. Puede sonar a mito, a leyenda urbana, más si uno se pierde entre las fotografías del polaco, enseguida se da cuenta que de mito nada. En Tokio sobra acción. Incluso de noche. Y menuda acción…
Los neones de la ciudad se tornan protagonistas de una película maravillosa, pero tan extravagante como disparatada. Esta impresionante luminosidad nocturna va acompañada de una vanguardia insuperable, casi obsesiva a decir verdad, y de miles de historias callejeras. Impresiona la facilidad con la que aquí conviven tradición y modernidad. La máxima del todo vale late con más fuerza que en muchos rincones del planeta.
Lukasz plasma todo esto en su obra. Se cuela en los entresijos más altos de la ciudad con un desparpajo poco común o, al menos, eso es lo sus fotografías nos transmiten. Las azoteas son su lugar fetiche. Sube y sube, eso sí, lo hace sin pedir permiso, pero solo hasta donde sus pies alcanzan. Una vez allí, la lejanía del ruido urbano lo envuelve y entonces surge la magia, cámara en mano y ¡acción!
Shibuya o Ginza, son dos de sus barrios preferidos. El primero es perfecto para entender ese constante fluir de Tokio, el ambiente está asegurado aquí. El segundo es perfecto para vislumbrar esa convivencia entre pasado, presente y futuro. Si bien, como el propio Palka, afirma, tarde o temprano, lo nuevo imperará en solitario en Ginza -actual Milla de Oro tokiota– y solo quedarán coletazos del pasado. Si tenéis la oportunidad de conocer Tokio, anotad ambas zonas, visitas obligadas. Si no lo hacéis durante la noche, al menos, hacerlo durante el día.
Por cierto, ¿sabíais qué Iberia ya vuela a Tokio? En trece horas y quince minutos de viaje enlazan España y Japón tres veces por semana. ¿Volamos? 😉
Foto | Kevin Dooley