Hay zoos y zoos. Hay animales y animales. Hay sitios y sitios.
Loro Parque es uno de estos zoos -¡el mejor de Europa! y ¡el segundo mejor del mundo!-, con animales, animales, enclavado en una de nuestras islas más carismáticas: Tenerife.
¿Qué tiene de especial? Calidad y diversidad, en esas dos palabras podríamos aunar buena parte del reclamo de este parque. Y es que su extensión de 135.000 m2 no es un reclamo sólo aparente, se trata de un reclamo con fundamento. No son metros utilizados sin ton ni son, ni siquiera hay metros de relleno: en Loro Parque todo tiene un sentido, y se piensa tanto en los habitantes del propio parque como en los visitantes al mismo. Se percibe de antemano que sus habitantes, es decir, los animales que lo conforman, están a gusto y son tratados con cuidado y con cariño; cosa que, tratándose de un parque de estas características, vale su peso en oro. Y esto repercute en que se respire paz y tranquilidad y en que el simple hecho de pasear por allí sea una experiencia muy positiva.
Si a todo esto le sumamos las especies animales que aquí habitan, el resultado justifica que se trate del mejor zoo de España, de Europa y del mundo entero. Jaguares, delfines, suricatas, tigres, pandas rojos, grullas, pingüinos… y, atento, desde este mes, también ¡leones africanos! Procedentes de Angola y pertenecientes a una clase en peligro de extinción, Loro Parque pretende a través de su nuevo espacio Lion’s Kingdom apoyar un proyecto mediante el que cuidar al máximo esta especie animal y evitar que se extinga definitivamente. Así, podrás ver tres ejemplares de león africano en acción y paseando en un entorno especialmente diseñado para que se sientan como en casa: áridos matorrales, rocas promontorio y un pequeño río para refrescarse.
No cabe duda. Ahora existe un motivo más para visitar Tenerife: conocer Loro Parque y esos leones africanos que sueñan con no dejar nunca de existir. Ojalá lo consigan.
Para más información sobre el parque, pásate por su web y consulta precios, horarios, servicios y localización.
Foto | jmiguel rodriguez