¿Un poco de Suiza más allá de Ginebra? Sí, Lausana te está esperando

13/12/2017

Muy cerca de Ginebra, a poco menos de una hora, Lausana se fundó en el siglo V sobre tres grandes colinas, motivo de sus numerosas calles empinadas, escaleras estrechas y, con suerte, también algún ascensor. Es la cuarta mayor ciudad de Suiza. Hay que acostumbrarse a subir y bajar, pero realmente merece la pena descubrir todos los rincones secretos de la encantadora vieille ville (casco antiguo) de esta ciudad, que sólo es posible recorrer a pie.

El mejor ejemplo de alpinismo urbano son las atípicas Escaliers du Marché (abajo), una escalera de caracol construida en madera durante el siglo XIII y que conecta la catedral con el centro de la ciudad. No desfallecerás en el intento, tranquilo, porque siempre puedes descansar un poco en alguna de las cafeterías y exclusivas tiendas colindantes.

La Catedral de Notre Dame comenzó a construirse entre los siglos XII y XIII, y es un excelente lugar para comenzar. ¿Los motivos? Por su excepcional órgano de siete mil tubos, por ejemplo; por su figura del vigilante nocturno, que sube al campanario cada noche (y de manera ininterrumpida desde 1405) para gritar la hora entre las 10 pm y las 2 am. El actual lo lleva haciendo desde hace 16 años; o también, como anécdota, porque durante la Edad Media fue utilizada como un atajo para los carros y, si observas de cerca las rosetas en la nave, verás marcas de mayores arcos sobre las ventanas donde estaba la abertura original y así poder acomodar carros y caballos. ¡Muy curioso!

Un poco más abajo de la catedral, el Flon es una parte clave del núcleo histórico que fue rediseñada en la década de 1990 y que, en contraposición a su historia lúgubre, ahora está llena de pisos, oficinas, cines, boutiques, restaurantes y bares. También se erige como sede de múltiples festivales que se celebran en Lausana a lo largo del año.

La cercana Rue du Bourg es conocida por sus tiendas de moda y por ser la sede de algunos excelentes chocolateros de Lausana, como Blondel, famoso por sus trufas y pralinés. Esta calle te llevará a la adoquinada Place de la Palud, con su ayuntamiento barroco del siglo XVII, donde David Bowie e Iman se casaron en 1992. Justo enfrente te toparás una bonita fuente renacentista que representa a la diosa de la justicia, decorada con colores verdes, rojos, azules y trenzas doradas.

Ya recorridos los lugares más emblemáticos del centro, es momento de visitar el precioso distrito de Ouchy, a orillas del Lago Lemán: pasear por sus muelles es una de las actividades favoritas de sus vecinos, también tomar allí un barco para llegar a Evian, Vevey, Montreux o Ginebra. Muy cerca de allí se encuentran los dos hoteles más conocidos de la ciudad: de un lado, el Château d’Ouchy, de finales del siglo XII, que antaño fue residencia de obispos y, desde 1889, un reconocido hotel de lujo; justo a su lado, también el Beau-Rivage Palace, que enarbola un homenaje a la elegancia de la Belle Époque desde 1861. Hablamos de un hotel de lujo frecuentado por personalidades como Víctor Hugo o Winston Churchill y que cuenta con una ilustre historia que podemos conocer a través de su colección fotográfica.

En Ouchy está localizado también el Museo Olímpico. Y tiene todo el sentido, claro, porque Lausana es la sede del Comité Olímpico Internacional; podríamos decir que la capital permanente de los Juegos Olímpicos. Y antes de salir del distrito, nada mejor que disfrutar del atardecer a bordo de un barco a vapor que viaja ida y vuelta a Vevey y Montreux, en un trayecto de dos horas: la fiesta con aperitivos y música que se organiza en cubierta sólo es superada por las hermosas vistas del macizo del Jura.

Hablando de museos, la Collection de l’Art Brut sobresale por encima del resto: se trata de más de 60,000 obras de arte realizadas por prisioneros o internados en asilos. Pero hay más, como el Museo del Elíseo, dedicado exclusivamente a la fotografía, o la Fundación Hermitage, una elegante casa de huéspedes junto al lago con maravillosas exposiciones temporales.

Y… tendremos que saborear la buena gastronomía suiza, ¿no? El restaurante más antiguo de la ciudad se llama Pinte Besson (data de 1780), y se caracteriza por su acogedor comedor de techo abovedado en el que se respira la historia. Las raclettes, las fondues y las quiches harán las delicias de tu paladar.

¡Te encantará poner la Ciudad Olímpica a tus pies!

Imágenes | Eyef DeeMihai-Bogdan LazarRoman Babakin

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