Una de las cosas que más llama la atención cuando viajas a China es que, sin importar qué ciudad visites, verás a muchas personas realizando lentos, fluidos y elegantes movimientos en parques, explanadas u otros lugares públicos: se trata del sello distintivo de las disciplinas centenarias del Tai Chi Chuan o del Qigong, ambas bastante similares.
Son más de doscientos millones de personas las que practican este arte marcial en todo el mundo: no sólo tiene un gran éxito en áreas de influencia china, también cada vez más en Occidente. Es más, atento a este dato: puede que muy pronto el Tai Chi se convierta en deporte oficial para los Juegos Olímpicos. Sí, como lo lees.
Sus orígenes son bastante difusos: la tradición dice que se originó en el siglo XII en medio de las pintorescas montañas de Wudang, del centro de China, cuando el sabio taoísta Chang San Feng observó una batalla entre una serpiente y una grulla y creó un arte marcial que imitaba sus movimientos; independientemente de sus orígenes exactos, existe una aldea llamada Chen, en la provincia de Henan (a siete horas en coche al sur de Pekín), que se ha convertido en el centro mundial del Tai Chi. Desde aquí empezó a extenderse a toda China en el siglo XIX.
Aunque originalmente se concibió como una especie de arte marcial no agresivo y de autodefensa, basándose en la filosofía del yin y el yang, se ha terminado convirtiendo en una práctica ideal para mantener la salud y la esperanza de vida, reducir el estrés e, incluso, en una especie de meditación.
Probablemente sea esto lo que lo ha hecho tan popular en estos dos últimos siglos. Un maestro lo describió como el arte de la suavidad que contiene la dureza de una aguja oculta en algodón; y es que los movimientos cuidadosamente controlados del Tai Chi y del Qigong trabajan muchos músculos y estiran todas las partes del cuerpo, beneficiando tanto a los músculos ejercitados como a los órganos internos del cuerpo. Y aunque lo practican personas de cualquier edad, es especialmente beneficioso para aquellas personas mayores que desean mantener en equilibrio cuerpo y mente a medida que van envejeciendo.
Además, ¿sabías que los movimientos de ambas disciplinas tienen nombres muy poéticos? Por poner sólo algunos ejemplos, hablamos de la grulla blanca que extiende sus alas, apartar la crin del caballo salvaje, rasgar con la mano el laúd o agarra la cola del pájaro. Un emotivo homenaje a la naturaleza, suave y elegante, que se ha convertido en un promotor de salud en todo el mundo desde una pequeña aldea en la China rural.
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