Málaga y el resurgir del barrio de Lagunillas

27/03/2018

Málaga sabe reinventarse a sí misma. En la primera década del siglo XXI surgió una idea que acabaría derivando en la creación de en uno de los núcleos más atractivos y artísticos de la ciudad, el Soho de Málaga: el conocido como Barrio de las Artes nació de una iniciativa ciudadana decidida a rehabilitar la zona comprendida entre el sur de la Alameda y el Muelle de Heredia.

Al otro lado de la ciudad, junto a la colina de El Ejido y el monte Gibralfaro, se encuentra otro lugar que está renaciendo de sus cenizas: hablamos del barrio de Lagunillas. A finales de los años 90, un proyecto urbanístico fallido dejó a este barrio, muy cercano al centro y a la casa natal de Pablo Picasso, casi despoblado, pero las ganas de los vecinos de salvar sus calles, su memoria y de cuidar el lugar que habitaban comenzaron a generar movimientos destinados a frenar su deterioro.

De esta forma, surgieron diversas asociaciones vecinales, como Fantasía en Lagunillas, creada para dar apoyo escolar y talleres artísticos a los niños de la zona, o El futuro está muy Grease, que fue la asociación que incitó el comienzo de la proliferación de murales urbanos por todo el barrio.

El centro neurálgico de Lagunillas se encuentra en la llamada Plaza de la Esperanza, un parking de superficie reconvertido en cancha de baloncesto, parque y centro de reunión que recuerda al ya cerrado Campo de Cebada del céntrico barrio madrileño de la Latina; saliendo de la plaza, se accede a la calle Lagunillas, la arteria principal de la zona y desde la que comienza un interesante paseo por las calles y callejones, repletos de manifestaciones artísticas de todo tipo: murales, esculturas en balcones, mobiliario urbano reinventado…

Exceptuando una representación del Guernica, situada en la calle Huerto del Conde, y algunas obras de carácter más simbólico, la gran mayoría de los murales presentes en sus calles están dedicados a vecinos y personajes célebres de Málaga. ¿A quién? Al bailaor Pepito Vargas, el cantaor Eduardo El Chamorra o la cantaora La Cañeta; otro de los murales más representativos es el de la Virgen del Descampao, que se encuentra en la calle Vital Aza, una obra crítica por el abandono de los barrios sin cofradía.

Repartidos por todos los rincones, los solares ahora laten con una nueva vida gracias a los árboles plantados, las macetas, los bancos (palés restaurados) y las coloridas medianeras que evocan a paisajes impensables en mitad de un casco urbano. En un simple paseo, es tal la cantidad de estímulos visuales que resulta imposible captar todos los matices que encierran sus calles.

Y todos los que están por venir, pues los vecinos, que aunque ahora intentan que la atención que han atraído sobre su pequeño rincón malagueño no se vuelva en una atracción turística de masas, quieren continuar con su labor de renovación del barrio. Porque las calles (y más si son las de su hogar) son para disfrutarlas.

Imágenes | Dani Keral

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