África. Argelia. Orán. Raï

09/05/2018

Subimos el volumen. Los altavoces retumban al ritmo rockero de Made in Medina, de su garra y de su fuerza. El gran Rachid Taha se deja la piel interpretando el tema Barra Barra y así, arrastrados por el ronroneo de su seductora voz, nos dejamos inundar y trasladar de golpe hacia los sonidos de Orán, hasta el norte de África.

Orán, como la música raï, puede ser algo muy actual. La ciudad de referencia del norte de Argelia es un destino urbano que derrocha exotismo norteafricano. Con una banda sonora en la que se mezclan instrumentos tradicionales, sintetizadores, batería electrónica y bajo, la metrópoli nos sorprende con continuos guiños a la modernidad, todo sin perder de vista la esencia de una vieja melodía.

(Suena Khaled)

Algunos opinarán que el raï y Orán tienen una relación algo melancólica, que esta sabe a pasado. Nada más lejos de la realidad. Vale que el festival del género se fue con su música a otro lado y que Disco Maghreb, la afamada tienda que antaño fuera punto de encuentro para los amantes del raï, es hoy un local cerrado y comido por el olvido. Sin embargo, Orán, como el raï, es un combinado de tradición y novedad que no se rinde, una ciudad con un sinfín de posibilidades, a imagen y semejanza del estilo musical que la representa. Y si no, que se lo digan a los que, en su viaje, se acercan a disfrutar del ambiente de locales tan típicos como los cabarets, esas ruidosas y animadas discotecas en las que se puede disfrutar de una sesión de música raï en directo.

(Suena Raïna Raï)

Pongamos las cartas sobre la mesa. Orán goza de ese punto decadente que, o bien se ama, o bien es algo de lo que se reniega. Ya en el pasado, numerosos escritores, entre ellos Julio Verne o Albert Camus, hicieron de Orán el lugar de sus fantasías, siendo uno de ellos el propio Cervantes, al situar a Don Quijote por aquellos lares. Si ellos pudieron, ¿qué no logrará un viajero experimentado? Para los que valoran la autenticidad por encima de todo, Orán es y será un lugar fascinante, honor que nadie le arrebatará, por luchadora y valiente.

(Suena Cheb Bilal)

Entonces, ¿qué tiene Orán de moderno? Para empezar el tranvía, su medio de transporte, que cómodamente nos llevará de aquí para allá.

Para continuar, resulta que comer en Orán es un momento muy creativo. Eso de la ración callejera, tan tendencia, tiene en la segunda ciudad más importante de Argelia su máximo exponente con la“karantika”. Típico de Orán, su nombre proviene del término español calentita. La receta, hecha a base de harina de garbanzos, agua, huevo y comino, es sencilla y se sirve a modo de bocadillo. Delicioso.

Aunque la ciudad vieja de Orán tiene tanto una casbah como una gran mezquita del siglo XVIII que quitan el sentido, así como lagos en los que disfrutar, museos que recorrer y teatros en los que maravillarse, “karantika” en mano nos iremos en busca de lo que está de moda en Orán.

Orán estrenó nueva Galería de Arte Moderno y Contemporáneo a finales de marzo de 2017. Al igual que el MAMA en Argel, el MAMO se halla instalado en las antiguas galerías argelinas construidas en la década de 1930, unos grandes almacenes de la época que fueron restaurados por el arquitecto Nadir Tazdait. En la actualidad, el MAMO no alberga ninguna exposición permanente, pero sí da la oportunidad a creadores de arte moderno locales para que expongan temporalmente su obra. En Ave Arbi Ben M’hidi.

 (Suena Faudel)

Orán es ciudad y es más allá. Buscando el mediterráneo y sus playas llegaremos hasta Aïn-El-Turk, un lugar de costa maravilloso. Técnicamente está a menos de una hora de la ciudad, aunque en sensaciones y desconexión dista años luz de todo. Bonito, decadente… Queda claro que Orán es una experiencia sensorial diferente, una ciudad que hace proyectar una vida más libre, más justa y, sobre todo, más divertida.

Imagen | Maina Marjany

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