Viajar, por regla general, es divertido. Me refiero por supuesto a los viajes por ocio, no por trabajo (aunque este artículo también puede ayudar un poco a este tipo de viajes) o por otras causas ligadas a la migración. Pero, más allá de descubrir nuevos lugares y culturas y visitar monumentos que cuentan historias por sí mismos, también hay formas en las que se puede hacer aun más divertido un viaje. Solo hace falta un poco de creatividad e imaginación.
La forma más sencilla y que muchos hemos hecho, a veces sin darnos ni cuenta, es visitar un lugar a través de referencias culturales como la música, la literatura o el cine. ¿Quién no ha recorrido las calles de Nueva York buscando los lugares donde se filmaron escenas de Woody Allen o Martin Scorsese? ¿O recorrido Montevideo tras las huellas de Benedetti o Eduardo Galeano? Estas son formas creativas de buscarle una vuelta más a un lugar: no sólo visitar los monumentos típicos, sino marcar un propio itinerario personal. Esa es la forma de viajar que cala más hondo en la persona que vive el viaje.
Pero existen otras formas interesantes de viajar, de las que, muchas de ellas, derivan de un mismo denominador común: hacer de la visita un juego. Por ejemplo, a través de las redes sociales, que pueden ser una poderosa herramienta de cara a los viajes.
Una de las formas en las que una red social puede ser útil durante un viaje es hacer partícipes a los amigos que están en la distancia: se trataría de ir siguiendo una ruta y pedir a través de la red social que la gente te vaya dirigiendo, sin que tú sepas dónde puedes acabar. Algunas de las pruebas podrían ser:
- Sigue recto por la calle y tuerce la primera a la derecha: describe lo que ves, toma una foto y, si hay una tienda, cómprate (o cómprame) algo bonito.
- Ponte a caminar, cuenta los pasos durante todo el recorrido. Tuerce la primera calle a la izquierda y, después, la primera a la derecha. Durante el trayecto haz fotos de todo lo que te llame la atención. Cuando hayas torcido en la última calle, sube la foto que más te guste de todas y escribe en ella el número de pasos totales y el paso exacto en el que te encontraste esa foto.
Imagínate perdiéndote por las calles en mitad del Soho londinense o en la ciudad de Tokio, solo guiado por los amigos que están a miles de kilómetros de distancia. ¡Y poder compartir con ellos el camino que ellos mismos te han dictado!
Como estas pruebas, hay muchas, tantas como dicte tu imaginación. Pero si andas falto de creatividad, hay varios libros que pueden ayudarte: Cómo ser un explorador del mundo, de la estadounidense Keri Smith, o Turista lo serás tú, de Pablo Strubell e Itziar Marcotegui, son un par de ejemplos de obras que sirven para enfocar el viaje como un experimento creativo. Una de las pruebas que se pueden encontrar en ellos es una competición en la que, si se viaja en grupo, se pone una serie de objetivos para fotografiar: al final del día, se ponen en común para ver si todos han sido capaces de conseguirlos.
Pero el viaje no solo existe mientras caminamos por una ciudad o hacemos una ruta de senderismo, un viaje también es lo que escribimos a posteriori: si no eres de los que suele llevar un cuaderno para ir anotando pensamientos, reflexiones o incluso para llevar un diario del día a día, ésta es una muy buena forma de disfrutar del viaje, porque vas cosechando lo que te va aportando.
Pero…, si eres como yo, un adicto a los cuadernos de notas, ¿qué te parece una propuesta distinta?
Esta consistiría en un diario dibujado en lugar de escrito, donde el resumen de cada día se haría a través de un dibujo. O, mejor aún, un mismo dibujo que represente a todo el viaje: usando una única hoja, cada día se van añadiendo elementos al dibujo, elementos simbólicos que representan algo de ese día. Por supuesto, habrá días que den más juego que otros, unos en los que se dibuje mucho y otros en los que no se dibuje apenas nada. Para distinguirlos, bastaría con añadirles una pequeña fecha o hacerlo en diferentes colores.
Y si eres de los que disfruta haciendo fotografías, quizá te resulte más divertido jugar con ellas una vez terminado el viaje. Eso es exactamente lo que hacen artistas como Jasper Staubyn, que añade monstruos en sus fotografías, o Geir Ove Pedersen, un snapchater que toma fotos de gente anónima y dibuja sobre ellos creando situaciones divertidas.
Estos son solo ejemplos de juegos creativos que pueden surgir, hay muchos, infinitos, tantos como ideas pueden surgir de una cabeza humana. Y si se ponen en práctica, verás que un viaje se convierte en “otro” viaje.
Imágenes | GaudiLab; Kamieshkova