En el noreste de República Dominicana, en plena Península de Samaná, se encuentra uno de los paisajes más bellos del Caribe. El Parque Nacional Los Haitises fue un lugar sagrado para sus antiguos habitantes, los taínos, y hoy en día es una de las regiones de las Antillas con mayor diversidad biológica. Explóralo por agua, sobre la tierra o bajo ella. ¿Nos acompañas?
Si tienes la suerte de poder observar el Parque Nacional Los Haitises desde el aire, puedes tener la sensación de haber descubierto el mundo ficticio de ‘Avatar’, la archiconocida película de James Cameron. Montículos verdes de unos 30 o 40 metros de altura salpican un terreno en el que agua y tierra juegan al escondite.
Esos montículos verdes son llamados ‘mogotes’ y forman parte de un tipo de orografía conocida como paisaje kárstico. Las rocas que forman los mogotes son aquí porosas, y la acción de la lluvia y el envite del agua crean agujeros que acaban evolucionando para formar cuevas.
Y es que, aunque ‘haitises’ significa ‘tierras altas’ en lengua taína, el Parque Nacional Los Haitises tiene tanto interés en su superficie como debajo de ella, creando una gran variedad de ecosistemas atractivos para el viajero.
Mayor reserva hidrológica del país y sistema de cuevas
Esta zona de República Dominicana es la región más lluviosa del país. Al tener un suelo poroso, el agua se acumula en él, formando un gran sistema de cuevas de agua dulce – y salada – y la mayor reserva acuífera del país.
Las cuevas son unos de los mayores atractivos del Parque Nacional Los Haitises.
Puedes visitarlas y nadar en sus limpias aguas en un entorno nada habitual. Y es que las cuevas eran los lugares donde los antiguos taínos realizaban sus rituales y se protegían de los frecuentes huracanes. Como prueba de ello, en algunas de sus paredes aún se pueden observar jeroglíficos que tienen miles de años de antigüedad.
Las dos cuevas más visitadas del Parque Nacional Los Haitises son la de La Línea y El Arenal
La primera, también conocida como la Cueva del Ferrocarril, recibe su luz natural de una gran abertura en el techo. En las paredes de su ancha entrada, encontrarás pinturas taínas que muestran humanos, chamanes, dioses, tiburones y hasta ballenas jorobadas.
La cueva El Arenal limita casi con el mar, teniendo su entrada junto a una bella playa. Las olas del mar golpean sus paredes y crean pequeñas piscinas que son observadas, desde las alturas, por cientos de murciélagos que duermen durante el día. También aquí encontrarás jeroglíficos taínos, siendo el de la lechuza con un grueso bigote el más famoso.
Una gran biodiversidad
Cuando te acercas en barca al Parque Nacional Los Haitises ves a los pelícanos sobrevolar en círculos los mogotes. Aunque a ti te pueda parecer algo único, no es más que una de las más de 200 especies distintas de aves que habitan el parque. Si tienes suerte, delfines y manatíes te escoltarán hasta las playas del parque mientras tu embarcación surca unas aguas que muestran distintos tonos, entre azul y el verde, en unos cientos de metros. Es una llegada de ensueño.
Cuando te internes en tierra, decenas de distintos tipos de reptiles te observarán, quietos y e invisibles, camuflados entre la diversa flora. Entre los mamíferos endémicos destaca el solenodonte, un pequeño animal insectívoro que se encuentra en peligro de extinción.
El Parque Nacional Los Haitises es uno de esos lugares donde Noé no habría tenido muchos problemas para dejar su arca medio llena cuando vio que el cielo empezaba a encapotarse.
Distintas formas de explorar el Parque Nacional Los Haitises
Una de las razones que hacen que el Parque Nacional Los Haitises sea uno de los lugares más visitados de República Dominicana, es la diversidad de planes que ofrece a la hora de explorarlo.
Puedes recorrer en kayak o barca a motor los manglares y cayos; a pie, los muchos senderos que conectan playas, cuevas y bosques. Por último, bucear en sus aguas te permitirá conocer sus secretos submarinos.
Un destino perfecto para los amantes de la naturaleza.
Imágenes | Rafael Martin-Gaitero; Ivan Cholakov; Laila Stern | David Escribano