Visitando China en profundidad. Primera parte

11/06/2018

China

Viajar por placer es sinónimo de disfrutar y de desconectar. O, en resumidas cuentas, de saborear la vida cambiando de aires. Pero también es sinónimo de aprender. Si bien es cierto que hay destinos que se prestan a un aprendizaje mayor que otros, algo siempre se saca en claro y algo, siempre se aprende. Muchas veces incluso de manera inintencionada y casi fortuita. ¡Y, quizás, he ahí una de las maravillas que viajar esconde!

Como decíamos, hay destinos que pueden suponer al viajero un enriquecimiento mayor que otros. Un buen ejemplo de aprendizaje es que Occidente se mueva hasta Asia, o, ¡viceversa! Pero, como occidentales que somos, vamos a centrarnos en el primer caso. Y, vamos a acotar zonas para así aterrizar en China.

Evidentemente, lo que el gigante asiático puede ofrecer a un occidental es tremendo. Cultura a borbotones, emblemas impresionantes y una idiosincrasia que poco tiene que ver con la nuestra. Podríamos enumerar cientos de lugares que visitar, cientos de fotos obligadas y cientos de rutas por hacer. Sin embargo, no os vamos a hablar del aprendizaje que la Gran Muralla China o el skyline shanghaiano nos ofrecen. Vamos a alejarnos de la cultura en el más estricto sentido de la palabra y vamos a acercarnos a algunas de sus costumbres o creencias, esas que como turista podrás percibir cuando allá viajes… y esas que no son “tan vox pópuli”. Hay tantas curiosidades que contar que, dividiremos la información en varios artículos.

Para abrir boca, en esta primera entrega nos vamos de restaurante. Sin duda alguna, el fluir gastronómico del país, es una baza importantísima a la hora de sumergirse en la cultura china. Algunas de sus costumbres distan mucho de las nuestras.

Los locales tradicionales se acercan bastante al cliché de estética china al que estamos acostumbrados por Europa. Música tradicional de fondo, coloridos suelos, farolillos colgantes y sillas con cierto punto rococó. Pero solo eso. La oferta gastronómica dista bastante de la que ha traspasado fronteras y nada tiene que ver una carta china de verdad con una carta china europeizada. Y así os contamos que el pato laqueado en Beijing es el rey de los reyes y un manjar delicioso que a cualquiera conquistará y por un módico precio. No se come con cuchillo y tenedor, ¡pero tampoco con palillos chinos!, sino con las manos y con una especie de crêpes muy finitas y poco dulces que se van cortando a trocitos a modo de “agarraderas”. Lo desmenuzan delante de ti y lo sirven en enormes fuentes que colocan al centro de las mesas, mesas siempre provistas de esa apañada y cómoda plataforma giratoria, y así es muy fácil comerlo con las manos y trocitos de esas crêpes especiales.

China

También os contamos que, si pedís agua para beber en locales tradicionales, os traerán agua caliente: la medicina china profesa que fisiológicamente nuestro cuerpo no necesita cosas frías mientras comemos. Por este mismo motivo, es típico que acompañen sus comidas de infusiones o de té verde – ¡el té verde chino por excelencia! -. Por cierto, además de que no ponen cubiertos nunca, solo palillos -salvo en sitios muy turísticos si los pedís-, tampoco ponen servilletas. ¿En serio? ¡En serio! Así que, no olvidéis meter paquetitos de pañuelos en el bolso o mochila con la que turisteéis… quizás os salven de más de un apuro.

Y para cerrar capítulo gastronómico, y la entrega de hoy, una cosa más. Que no os extrañe ver a personas con brochetas de frutas o ¡brochetas de escorpiones a la parrilla y otras exquisiteces parecidas! por el centro de Shanghái. Los mercadillos con esta clase de oferta en el pulmón de la ciudad son muy comunes. Si os animáis a visitar alguno de estos mercados y tenéis el sentido del olfato muy desarrollado, os llamará la atención el olor tan peculiar que inunda los mismos. ¿Tendrán la culpa los escorpiones y demás amigos a la parrilla? Solo lo podréis comprobar… ¡volando hasta allí!

Foto Aphotostory;  Barbara Dudzinska |  Mª José  C. Lamas