El corazón del vino en Argentina se llama Mendoza

09/01/2019

La estrecha relación de Argentina con la industria vitivinícola encontró uno de sus puntos álgidos el 24 de noviembre de 2010, cuando el vino fue proclamado Bebida Nacional (con mayúsculas, sí) a través de un decreto presidencial. Ahí es nada. Una relevancia económica, cultural y social que no resulta extraña cuando atendemos a datos concretos: Argentina es el sexto país que más vino elabora en todo el mundo, superando los 1.200 millones de litros anuales; también el mayor productor de toda Latinoamérica; o el país con el vino originado a mayor altura del planeta, a 3.111 metros sobre el nivel del mar, hasta el punto de que algunos de sus viñedos quedan cubiertos de nieve durante los meses de invierno. Todo un reto sólo apto para apasionados de esta ínclita bebida, ¿verdad?

Aunque existen varias regiones productoras de vino en el país, la provincia de Mendoza se convierte en la más prolífica al acaparar el 60% del total; una preciosa zona en la que el enoturismo ha encontrado su propia razón de ser y ofrece al visitante una experiencia de ésas que difícilmente se borran de la memoria. Te lo podemos asegurar.

El vino era un producto desconocido en Argentina hasta que, a mediados del siglo XVI, el español Juan Cedrón introdujo las primeras cepas; no tardaron en originarse primigenias bodegas, con una implantación realmente valiosa para la época en cuestión. En la zona central del país, Mendoza se ha considerado desde entonces como una tierra ideal para el cultivo de viñedos gracias a su clima privilegiado, con cientos de días soleados al año, y a un suelo arcilloso que favorece el despliegue de los frutos. Cualitativamente, estas características naturales y la extendida uva Malbec permiten crear unos caldos de primer nivel; una calidad que, si atendemos al apartado cuantitativo, sólo es comparable al número de bodegas con implantación en la provincia, más de mil.

En la década de 1990, la industria desarrolló un importante proceso de dinamización con el que ha logrado crear experiencias completas alrededor del vino, una tendencia conocida como enoturismo: ahora, las tradicionales catas sobre el terreno se complementan con vivencias en pareja, museos temáticos y momentos de relax en los que la naturaleza está muy presente. Una opción de 360º que gira en torno al vino como auténtico protagonista. Y si viajas entre final del verano y comienzo del otoño (del otoño argentino, claro), mejor que mejor.

Valle de Uco

Zonas de cultivo como San Carlos o Tunuyán, entre 800 y 1.400 metros de altura, son las responsables de los vinos con mayor acidez de Argentina; caldos tintos, blancos y espumantes de excelente calidad, proclives al envejecimiento. Son departamentos a los que se llega sin dificultad a través de la transversal Ruta 40. El Oasis del Centro le llaman, por estar ubicado justo en la parte central de la región y bajo el volcán Tupungato.

Más allá de las tradicionales catas acompañados de guías expertos que te enseñarán los secretos del buen vino, disparidad de actividades en el valle no faltan: el Espacio Killka es la apuesta arquitectónica y artística de la Bodega Salentein, una interesante colección de arte contemporáneo argentino y holandés que ejerce de antesala al apartado vinícola; o, por qué no, aventurarte con unos hoyos en el campo de golf de la Bodega Atamisque.

Zona Alta del Río Mendoza

Llegar hasta aquí nos lleva a abordar dos nombres propios, Maipú y Luján de Cuyo, localidades emblemáticas del vino en Mendoza. La particular morfología del suelo (cantos rodados a diferentes profundidades) y sus diferentes microclimas generan vinos de primera calidad, hasta el punto de convertirla en una zona idónea para los vinos de prolongado envejecimiento. Destacan las cepas de Malbec, símbolo vinícola de Argentina, y también variedades blancas como Chardonnay. Los viñedos se cultivan entre 800 y 1.100 metros de altura. ¿Una bodega para alguna ocasión especial? En Vistalba ofrecen una experiencia completa que incluye degustación, restaurante con platos regionales y alojamiento de lujo; una experiencia de lo más completa.

Zona Este

Es la zona de mayor producción vinícola en Mendoza, con cepas que crecen a una altitud oscilante entre 600 y 750 metros y con más de 70.000 hectáreas destinadas al cultivo de la vid; aglutina el 49% de la superficie cultivada en la región. Enclaves tan sorprendentes como Santa Rosa, Rivadavia o Junín dan vida a vinos con gran cuerpo, afrutados y de colores muy vivos. Entre las variedades más comunes, destacan la Merlot, la Syrah y la Tempranillo. Los paisajes rurales se complementan a la perfección con imponentes panorámicas de la Sierra de los Andes.

Son decenas de bodegas las que podemos contar en la Zona Este mendocina, algunas tan sorprendentes como Fantelli, con visitas personalizadas por las diferentes áreas de trabajo y una sala de degustación con obras del artista contemporáneo Matt Lamb.

Y atento, aquí van dos datos más de interés:

· La Fiesta Nacional de la Vendimia que se celebra en Mendoza va más allá de las fronteras argentinas: hablamos de una cita que se celebra cada mes de marzo desde 1936 y en la que se dan cita numerosas actividades relacionadas con el vino, como desfiles, la famosa Bendición de los Frutos (un acto religioso en el que se agradece a Dios los frutos de la cosecha) o la designación de la Reina Nacional de la Vendimia. Obligatoria.

· También hay tours guiados en autobús con los que podrás visitar diferentes bodegas en el mismo día, con posibilidad de realizar diferentes degustaciones y comparar sobre el terreno la diversidad de sabores y aromas de cada productor. Una opción ideal si sólo estarás unos días por la zona.

Fotos: xeni4ka | Miguel Martínez Rabanal