Quizá parezca que muchos de los que visitan República Dominicana vuelan directamente a zonas como Punta Cana, o pasan por Santo Domingo únicamente para dirigirse a lugares en teoría más atractivos como Puerto Plata, Samaná, Cabarete o Bayahíbe, pero la capital del país es mucho más que una mera puerta de entrada: hablamos del epicentro de la historia colonial española (no en vano, se trata de la primera colonia de España en América), con una escena cultural de lo más próspero, con una oferta gastronómica irrepetible y con un puñado de playas que bien merecen la pena. Sí, Santo Domingo es mucho más que un paquete turístico en un resort de lujo.
La zona colonial
Santo Domingo de Guzmán fue fundada en 1496 por Bartolomé Colón, hermano menor de Cristóbal, para convertirse en el primer asentamiento europeo en el hemisferio occidental. Es el hogar de la primera fortaleza a este lado del océano, la primera iglesia o los primeros caminos pavimentados, por poner sólo algunos ejemplos. Este núcleo colonial, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra en la desembocadura del río Ozama, cuyo centro está ubicado en el Parque Colón; por su parte, Las Mercedes, Calle del Conde y Calle de las Damas (arriba) son los nombres de las principales arterias de la zona.
Hay más de trescientos sitios históricos en esta área, entre los que destacan la Puerta de la Misericordia, que ejerce de pórtico principal del Bastión del Conde; la Catedral Primada de América, construida a principios del siglo XVI en una mezcla de estilos románico, gótico y barroco; y el Alcázar de Colón (arriba), edificado en estilo gótico-mudéjar a principios de ese siglo para el hilo de Cristóbal Colón, de nombre Diego, que fue el primer gobernador de la colonia. El interior del museo y su colección de tapices ofrecen un recorrido fascinante por la época más temprana de la colonización española.
Imponentes cuevas
El área que rodea Santo Domingo (y, bueno, también gran parte de la isla) está repleta de cuevas, y varias de ellas aquí en la ciudad se han convertido en restaurantes y clubes nocturnos; pero, sin duda, la mejor muestra de estas formaciones se encuentra en el Parque Nacional Tres Ojos: con los ‘tres ojos’ se denominan a un trío de sumideros llenos de agua, alimentados por ríos subterráneos y que dan la sensación de un verdadero mundo perdido a modo de escondite tropical.
El faro más grande del mundo
Con 210 metros de largo, 59 de ancho y 36 de alto, el Faro a Colón representa un monumento de dimensiones gigantescas erigido en honor del navegante; tiene forma de cruz y se levantó en 1992, cuando se conmemoraba el 500 aniversario de la llegada de su primera expedición al continente americano. Entre otros menesteres, es un museo y un mausoleo: no son pocos los dominicanos que afirman que ahí descansan los restos de Cristóbal Colón (aunque no permiten realizar pruebas de ADN…)
Una gastronomía de primer nivel
La zona colonial está llena de restaurantes, bares y cafeterías, muchos de ellos incluso en edificios históricos, y no faltan chefs que se encarguen de reinventar la cocina tradicional dominicana con sugerentes toques contemporáneos. ¿Qué podemos comer en Santo Domingo? No te puedes ir sin probar el mangú (plátanos hervidos y servidos en una especie de puré, generalmente como parte del desayuno), la sopa de mondongo (guiso con tripas de vacuno) y el locrio, similar a la paella española.
Cuanto el ritmo te atrapa
República Dominicana cuenta con sus propios estilos musicales que beben de influencias taínas europeas, africanas y precolombinas, siendo los más conocidos el merengue y la bachata, ambos de orígenes humildes pero que hoy en día se disfrutan en cualquier lugar. No te resultará difícil disfrutar de estos sones en vivo en cualquiera de los muchos locales nocturnos que encontrarás en la capital, siempre con un ambiente de ésos que embelesan desde el primer instante.
Playas cercanas de postín
Al este de Santo Domingo, a una hora de distancia en coche llegamos a la zona conocida como Playas de Villa del Mar: la joya de la corona es Boca Chica, que cuenta con más de cinco kilómetros de arena fina y aguas tranquilas y poco profundas, llena de comodidades; muy popular en el ámbito familiar. Más allá de Villa del Mar, también son importantes Juan Dolió, Playa Esmeralda, Playa Guayacanes y Playa Real. Eso sí, ¡mejor ir entre semana para evitar las multitudes del sábado y el domingo!
Fotos: itsten, felipefrazao, alecosa y gionnixxx | Cristóbal Ramírez