Otro de los problemas de ansiedad que pueden impedirnos coger un avión, complicar un miedo a volar preexistente o incluso generarlo, es la agorafobia. Aunque se ha extendido la idea de que ésta se define como un miedo a los espacios abiertos, esto es, como lo contrario de la claustrofobia, la agorafobia consiste exactamente en el miedo a los lugares o situaciones de los que resulta difícil o vergonzoso escapar u obtener ayuda en el caso de que se produzca un ataque de pánico o síntomas similares.
Así, el agorafóbico teme, por ejemplo, acudir a sitios concurridos o en los que de repente pueda encontrarse en medio de una gran cantidad de gente; hacer cola en un cine o ante una ventanilla de la administración; ir en ascensor o viajar en algún medio de transporte; cruzar un puente o un túnel; permanecer sentado en sillas alejadas de la salida como las del centro de la fila en el cine o la de ventanilla del avión, en sillas de las que no puede moverse como las del dentista o el peluquero o en sillas donde, simplemente, debe esperar como las de la antesala del propio dentista o peluquero; y, en los casos más graves, estar solo fuera de casa. Como puede verse, no se trata sólo de espacios abiertos, sino también de:
- espacios cerrados (ascensores, medios de transporte y túneles), de espacios públicos (sitios concurridos o multitudinarios, colas y salas de espera)
- espacios con dificultades para salir y acceder (sitios concurridos o multitudinarios, túneles, puentes, sillas centrales o laterales, sillas de dentistas y peluqueros y sillas de salas de espera)
- espacios que la persona cree inseguros y amenazantes (todo aquello que no es su casa).
La agorafobia está considerada como el trastorno de ansiedad más incapacitante de todos, ya que, si no se pone remedio, puede llegar al extremo de confinar a la persona dentro de su propia casa. En efecto, si la persona asocia la ocurrencia de ataques de pánico o síntomas similares a determinados lugares o situaciones, entonces temerá que, al hallarse de nuevo en éstos, vuelva a experimentar ansiedad y, en consecuencia, evitará tales lugares o situaciones o tomará una serie de medidas para soportarlos como hacerse acompañar por alguien allá donde vaya, de modo que, poco a poco, irá reduciendo su campo de acción hasta reducirlo a su propia casa, único lugar en el que se siente realmente a salvo.
De todos modos, no hace falta que la agorafobia alcance su máximo grado para provocarnos problemas a la hora de volar. Al fin y al cabo, el avión es un lugar que reúne todas las características para que un agorafóbico lo evite: es un espacio cerrado, público y del que no se puede salir.
Sin embargo, al igual que ocurre con el resto de trastornos de ansiedad, siempre es posible hacer algo para combatir y superar la agorafobia. ¡Ánimo!
Imagen | Ape