Italia se ha convertido en una de las grandes apuestas del Grupo Iberia para este 2019, es aquí donde se centra buena parte del crecimiento: ya son catorce destinos a los que opera, uno de sus mercados con mayor oferta en Europa. Recorrimos no hace mucho la hermosa ciudad de Bari, así que hoy nos centraremos en Génova, trepidante capital en la que reina un mítico puerto que lleva siglos marcando el estilo de vida de sus vecinos; característica que les otorga, claro está, un marcado acento marinero que nunca pasa desapercibido. Durante los meses de verano, Iberia volará entre Madrid y Génova cuatro veces por semana. ¿Nos acompañas a descubrir sus secretos?
Hablar de Génova es hablar de una historia palpitante que se remonta al siglo II a.C., aunque no fue hasta el siglo XI, en plena Edad Media, cuando alcanzó su máximo esplendor: la República de Génova se erigió como estado independiente y se convirtió en una de las cuatro repúblicas marítimas que dominaron durante décadas los mares a nivel comercial, naval y político. Todo gracias a su puerto, aún hoy el más importante de toda Italia y uno de los emblemas a nivel mediterráneo; no es casualidad, viendo lo visto, que se haya erigido como destino predilecto para las rutas de cruceros por Europa. Aunque no es la única razón…
…porque el Porto Antico exhala vida, movimiento, a cualquier hora del día, y es que aquí encontraremos algunos de los principales reclamos de la ciudad. En las inmediaciones del puerto tendrás la oportunidad de conocer edificios centenarios como el Palazzo San Giorgio, construido en 1260 y aderezado con una colorida fachada en la que se imitan hornacinas, cornisas y esculturas a base de pintura, o el famoso faro de la Lanterna, auténtico símbolo de la ciudad, una torre de 77 metros de altura construida y dotada de iluminación en el año 1543.
Pero, por supuesto, también hay espacio en el puerto para nuevos edificios y una actualización del sentir capitalino. El artífice del lavado de cara fue Renzo Piano, genovés de pro y ganador del premio Pritzker en 1998, el mayor galardón que puede recibir un arquitecto en reconocimiento a su trayectoria. Entre sus grandes obras se encuentran la Biosfera, una enorme burbuja de veinte metros de diámetro edificada en acero y cristal con una selva tropical en su interior, en la que viven más de 150 especies diferentes de fauna y flora, y el Bigo (arriba), una imponente estructura de metal con tentáculos que simulan las grúas del puerto y que sostienen una carpa en la parte inferior; más allá de su diseño, su ascensor panorámico te elevará cuarenta metros de altura para disfrutar de unas panorámicas espectaculares de la ciudad, de 360º. Totalmente recomendable.
No debe pasar desapercibido el Acquario de Génova, el segundo más grande de Europa (sólo superado por el de Valencia), con números que llaman la atención por sí solos: más de setenta piscinas (27.000 metros cuadrados de exposición) y más de 12.000 animales que se reparten entre 400 especies distintas, todo al alcance de tu mano. Impresiona, ¿verdad?
Pero Génova no es solo puerto, también cuenta con un casco antiguo de primer nivel repleto de encantadoras calles por las que perderse sin rumbo hasta saborear esa magia que envuelve la ciudad. Strade Nouve es el término que engloba el conjunto de calles y palacios (42 en total, conocidos como Palacios de los Rolli) construidos en su mayoría durante los siglos XVI y XVII, de estilo renacentista y barroco y declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: fiel reflejo de la grandeza que llegó a alcanzar la ciudad, con fachadas elegantes, profusas de ornamentación y con interesantes atributos internos como cuidados jardines o valiosas obras de arte. El Palazzo Reale (que aún conserva el mobiliario original, con una importante colección escultórica) y el Palazzo Bianco (con obras de Caravaggio, Zurbarán o Veronese en su interior) son quizá los dos más conocidos; una serie de edificios que discurren por vía Garibaldi, vía Lomellini y vía Balbi. Imprescindibles, verdaderos musts de la capital de Liguria.
No resulta menos llamativa la Catedral de San Lorenzo (arriba), principal templo católico de Génova y reconocible por una fachada en la que se alternan franjas de colores blanco y gris. Comenzada a construir en el siglo XII, ha sufrido desde entonces diversas restauraciones en las que se fueron añadiendo elementos, como su cúpula y su famosa torre del campanario, del siglo XVI; las escaleras que preceden a la entrada y los leones que las parapetan son uno de los símbolos más fotografiados de la ciudad. La Piazza de Ferrari (imagen principal), por su parte, representa el centro geográfico de Génova (también el centro financiero) y deja boquiabierto al visitante con su preciosa fuente circular de bronce; los edificios que la rodean, como el Palazzo Ducale o el Teatro Carlo Felice, acaban de otorgarle ese toque señorial y distinguido del que hace gala.
Como curiosidad, ¿qué te parecería visitar la casa donde (se cree) nació Cristóbal Colón? La encontrarás en el número 37 de la Piazza Dante y, aunque su estado de conservación no es el mejor, sí resulta interesante comprobar dónde vivió el histórico navegante entre los años 1455 y 1470. Pequeña, pero sugerente.
Y, para finalizar este primer acercamiento a Génova, nada mejor que uno de sus secretos mejor guardados, admitiré que mi rincón favorito de la ciudad: Boccadasse (arriba) es un antiguo y encantador pueblecito marinero poblado por casas de colores a diferentes niveles, con tonalidades en un abanico que va desde ocre a naranjas rojizos; parapetado por una pequeña playa de piedras, no hay nada más pintoresco que disfrutar de sus callejuelas estrechas, sus cuestas y sus barcas de madera apostadas en el litoral. Una especie de Cinque Terre, sí, pero dentro de la propia Génova. Cuenta con un mirador desde el que contemplar excelentes panorámicas y con diversos restaurantes en los que degustar una buena pasta italiana o algún plato de pescado fresco con vistas al Mediterráneo, la especialidad de Boccadasse. ¡Te encantará!
Imágenes | marako85; sergioboccardo; PARNTAWAN; marcociannarel