Magia en la bruma de Monteverde, en Costa Rica

05/08/2019

Monteverde

“Bosque nuboso”. ¿No sientes que esta expresión tiene un halo de romance y misterio? A unos 180 kilómetros de la capital San José, tres pequeñas comunidades se asientan sobre un altiplano de 1.350 metros de altura en medio de una tipología de bosque que supone solamente el 1% del total del planeta. Los bosques nubosos son húmedos, frescos, y se caracterizan por su recurrente niebla y por estar cubiertos por una vegetación profusa y salvaje que incluye musgos, líquenes y helechos de todos los tamaños.

Este espectacular ambiente recrea una de las grandes maravillas naturales del mundo, con un atractivo irresistible para cualquier amante del ecoturismo y de los deportes de aventura; no en vano, se trata de uno de los principales reclamos del ecoturismo en América Central. ¿Lo descubrimos juntos?

Después de un recorrido lleno de baches, pero también repleto de paisajes espectaculares, llegamos a la aldea más grande de la zona, Santa Elena, poblada por una mezcla de ticos (gentilicio, sinónimo de costarricense), la mayoría expatriados de habla inglesa y descendientes de los fundadores de la aldea: hablamos de pacifistas de Estados Unidos que se mudaron aquí en la década de 1950 para evitar la Guerra de Corea, sintiéndose atraídos por el país porque Costa Rica se mantuvo neutral en este tipo de cuestiones internacionales; de hecho, desde hace más de setenta años no tiene ejército. En resumen, una comunidad pequeña, relativamente escondida y tremendamente peculiar.

Costa Rica

En realidad, no hay un único bosque nuboso, sino que son tres las reservas naturales. La primera, con 142 kilómetros cuadrados, es la Reserva Biológica del Bosque Nuboso de Monteverde, considerada uno de los santuarios de vida silvestre más importantes del mundo; cuenta con trece kilómetros de senderos en muy buen estado de conservación por los que te llevarán algunos de los mejores guías de América Central para mostrarte alrededor de cien especies de mamíferos (entre ellos, murciélagos), 1.200 tipos de anfibios, 400 de aves y 2.500 especies de plantas. Impresiona, ¿verdad?

Costa Rica

La vecina Reserva del Bosque Nuboso de Santa Elena es mucho más pequeña, de solo seis kilómetros cuadrados, pero aun así alberga una interesantísima mezcla de fauna y flora: goza de microclimas variables y tres ecosistemas separados gracias a su ubicación en la vertiginosa ladera orientada hacia el Caribe.

Y, por último, la más grande todas (260 kilómetros cuadrados) es el Bosque Eterno de los Niños, llamada así porque se creó a raíz de una campaña iniciada por un grupo de escuelas suecas, cuyas donaciones se expandieron hasta llegar a un total de 44 países. Lo mejor de una visita a la reserva natural privada más grande de América Central son las vistas desde el borde del cañón sobre el Golfo de Nicoya.

Cierto es que puedes hacer estas excursiones por tu cuenta, pero te recomiendo ir con un guía porque, si no, muchos de los atractivos naturales pueden ser difíciles de detectar. Algo especialmente crítico cuando hablamos del gran reclamo local: el mítico y resplandeciente quetzal, cuyos machos (arriba) te acabarán deslumbrando con sus plumajes de color verde esmeralda y sus vientres de color rojo brillante; las plumas de la cola llegan a medir, atención, más de medio metro de largo.

El resto de la fauna la podrás encontrar en el aire, como por ejemplo miles de murciélagos, mariposas Morpho de colores iridiscentes y aves como papamoscas o colibríes de una presencia bellísima. También en el suelo, gracias a 161 especies de serpientes, ranas y otros reptiles, junto con ciervos, puercoespines, tapires, perezosos de dos dedos, cerdos salvajes y roedores. ¡Una variedad impresionante!

Como era de esperar, con el paso de los años han ido surgiendo diferentes atracciones de aventura para ofrecer a los visitantes una experiencia completa en plena naturaleza. Los reclamos principales son los recorridos en tirolina y puentes que discurren entre las copas de los árboles, con tres operadores locales que llevan varias décadas trabajando en este sentido: Original Canopy Tour (precursores del zipline en 1992, que incluyen la posibilidad de trepar por un enorme tronco de árbol hueco para llegar a la primera plataforma y de hacer rápel desde la última), Sky Adventures (ofrece puentes colgantes y una tirolina que se extiende a 120 metros sobre el suelo en un recorrido que supera los 750 metros de longitud) y el Parque Selvatura (que ofrece, además, jardines de colibríes, mariposarios y un museo de insectos).

Otros destacados atractivos locales son las visitas guiadas a plantaciones de café, paseos a caballo, jardines de orquídeas, un ranario (un museo de ranas, atracción muy común en Costa Rica) o el teleférico Sky Tram. Como puedes comprobar, hay de todo y para todos los gustos.

Imágenes: OMeidlDirkvdMczkuf | David Paul Appell