Al girar esa curva, al notar cómo las ruedas se aferran al asfalto en las subidas y bajadas de la urbe sinuosa, es entonces cuando, más que nunca, sientes el viento fresco acariciando tu cara. Todo bajo una luz tan luminosa y un ambiente tan vigorizante que solo podría estar sucediendo estos meses, próximamente, ahora.
Mientras uno conduce por la ciudad de San Francisco, las sensaciones son muchas y únicas. Cuando de lo que se trata es de recorrer el más allá de la urbe, dando así el pistoletazo de salida a una divertida ruta viajera por los alrededores del condado, la emoción se multiplica. ¿Quién no vibraría al imaginarse volando a San Francisco, alquilando un coche, y cruzando tan icónico puente como el Golden Gate?
San Francisco será muy cañera, pero los alrededores son i-d-í-l-i-c-o-s. La ventaja de traspasar los límites de la ciudad es que supone la oportunidad para cumplir sueños. ¿Un ejemplo? Recorrer el valle del Napa en coche, que es lo más. Así, tras una hora poniendo rumbo al norte, aparece una de las zonas vinícolas más coquetas del mundo, donde los planes son casi infinitos: restaurantes, hoteles con encanto, eventos y arte, mucho arte.
Pongamos topónimos concretos a lo que se puede hacer.
American Canyon es una de esas atípicas ciudades agradables que combinan con inteligencia buenos caldos -en su hábitat natural- con deporte y acción (moderada, pero acción). El golf se lleva la palma, así como la naturaleza y los pantanos, con sus paisajes fuera de la común. Además, American Canyon es la perfecta base de operaciones para explorar la zona, para moverse entre sus colinas, para conocer, catar y ser feliz. Con apenas 20.000 habitantes, es un lugar para un regreso a lo básico y esencial, para tomar aire fresco y:
A, de admirar las impresionantes vistas del sendero Newell Open Space Preserve.
R, de recorrer el conocido como camino del Chardonnay, que serpentea kilómetros de vides de las célebres variedades Chardonnay y Pinot Noir.
S, de seguir el Napa River Bay Trail, fácil y llano, agradable por definición, perfecto para familias, parejas o paseos en bici con uno mismo.
Dicho esto, si entre los topónimos del valle hubiera que elegir un protagonista, ese sería Napa, la ribereña ciudad que es la próxima parada de la ruta. Destaca como alto urbano en el camino que hace las veces de brochazo de color en el lienzo de un viaje. ¿Qué hacer en Napa? Desde paseos artísticos, pasando por comida deliciosa, o vida nocturna. Vamos, que huele a escapada romántica o con amigos.
La ruta en coche por San Francisco y alrededores no se detiene. Yountville, el siguiente topónimo de la lista de este “road trip” californiano, sabe de fábula. No en vano, el rincón del corazón del valle del Napa porta la corona de capital gastronómica, gracias en parte a los chefs con estrella que allí ofrecen sus creaciones. Es además un lugar curioso, pues los platos en Yountville rivalizan en placer y belleza con su cielo, que cada mañana se llena de globos aerostáticos. En los viajes, como en la vida, siempre hay que levantar la mirada.
Uno podría continuar conduciendo por el valle y querría seguir viajando indefinidamente (de hecho, una visita se queda corta). San Francisco es lo que tiene, que puede ser trepidante en su centro, e idílica y coqueta en sus contornos. El tema es volar con Iberia hasta América del Norte y conducir. Todo menos quedarse con las ganas.
Imágenes de Jill Wellington; City Foodsters; Basheer Tome