San Sebastián, el norte de cine

03/03/2020

En un pasado reciente decidí pasar una fecha especial en San Sebastián, por eso de que el norte es siempre una buena opción en pareja. El resultado fueron muchas cosas buenas, entre ellas: una gran experiencia en el museo Chillida-Leku, al que le tenía ganas; y la excursión de un día desde San Sebastián hasta San Juan de Luz, en Francia, dos países por el precio de uno en una ruta en la que se come bien, se ven pueblos bonitos y, por la noche, se está de vuelta en la ciudad con uno de los paseos más pintorescos de España.

Que San Sebastián es de buen comer a nadie le sorprende, “cuéntame algo que no sepa”, pensaréis. De ahí que arranque esbozando mi experiencia en el Chillida-Leku, uno de esos secretos del País Vasco que deberían gritarse a voces. Si siete vidas tiene un gato, entonces a Chillida-Leku le quedan cinco, y no creo que las gaste. El museo renació en 2019, restableciéndose como un motivo imprescindible para viajar a San Sebastián.

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Basta con salvar los apenas 10 minutos en coche hasta Hernani para llegar al paraíso, para transitar entre esculturas colosales de acero y granito, que se miran, que dialogan entre ellas sin paredes que las encorseten. Suerte es que un día bonito te pille en el museo Chillida-Leku, una parada cultural en cualquier viaje a Donostia. Si me permitís un consejo, no dejéis de tomar algo en su estiloso café, ni de apuntaros a una de las visitas guiadas que organizan con las que rizarle el rizo a este lugar delicioso, el sueño de un gran artista y de su gran Pilar (Belzunce).

De vuelta a la urbe, elegimos darle la vuelta al Kursaal y comer en el barrio de Gros, más allá del centro. Las tapas y raciones no tuvieron desperdicio y, de postre, nos sentamos a disfrutar de la buena energía de la playa Zurriola y, de paso, a sumergir los pies en la arena. Donostia, como buena ciudad transitable, invita a caminar.

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De San Sebastián a San Juan de Luz (Francia), la ruta que huele a mar

Los humanos somos exploradores por herencia genética, y pocas cosas nos motivan más que descubrir nuevos horizontes. En este sentido, una escapada a San Sebastián cubre otras necesidades básicas más allá del buen comer: una de las ventajas de un viaje a Donostia es que puede combinarse con una escapada de un día a la vecina Francia.

La ruta es relativamente corta, asumible en una jornada (hora y media de coche en total, excluyendo paradas). Fuenterrabía/Hondarribia es el primer alto en el camino, ¡y qué alto! Se trata de una maravilla de ciudad, con un doble atractivo en sendos núcleos de interés: la parte vieja, en las alturas, y la zona del puerto. Altamente recomendable.

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Biarritz ya tiene nombre de Francia. Con el permiso tanto de su majestuoso faro, que goza de unas vistas de escándalo, y de Rocher de la Vierge, el símbolo de Biarritz, de este rincón francés me quedo con su mercado, un espacio donde además se come bonito.

San Juan de la Luz, con su pasado corsario, es el final elegido para esta excursión allende Donostia San Sebastián. Las puestas de sol en la playa de Anglet bien podrían ser un lugar de cine, el “the end” a un día perfecto de arena, surf, elegancia, y sensacionales fotos. Y así, con buen sabor de boca tras transitar dos países con un mismo espíritu -el del buen vivir- regresamos a San Sebastián. Regresamos a nuestra “casa” por unos días, por unas horas, pues así nos sentimos en una ciudad de dimensión humana que roza la perfección.

Esto huele ya a despedida, aunque los viajes siguen más allá de estas líneas. En el caso de San Sebastián, el principio sin fin es un destino para el que comer es placer y placer no es pecar.

Fotos de ddzphotojesuswla1Estitxu CartonDennis Jarvis |Marita Acosta