Lisboa, tan espectacular como siempre

23/07/2020

Como buena capital europea, Lisboa tiene mucho bonito que ofrecer. Lo ha tenido siempre y también lo tiene ahora, en nuestra nueva vida. Hoy descubriremos rincones de la capital portuguesa y lo haremos alejándonos de manidos clichés turísticos para adentrarnos en algunos de los imprescindibles lisboetas quizá menos conocidos, pero no por ello menos especiales.

Es hora de disfrutar de Lisboa, hora de regresar a una de esas ciudades que saben robarte el corazón a primera vista. ¡Hora de volar y redescubrir los destinos Iberia!

Porque en Lisboa podremos disfrutar de Alfama en cualquier momento del día. Alfama, barrio con cierto aire decadente pero tan auténtico que se torna en una zona con de irresistible encanto. Su entramado de empinadas calles, sus pescadores, su herencia musulmana y judía, su artesanía tradicional, sus terrazas, y, también, el eco de sus fados callejeros como sonido ambiente y el ir y venir del tranvía… ¡Una delicia!

También disfrutaremos de la cultura, historia y arquitectura que el Monasterio de los Jerónimos (arriba) nos regala, un asombroso complejo declarado Patrimonio de la Humanidad y ubicado en la zona de Belem: su mezcla de estilos arquitectónicos -gótico, plateresco, manierista, manuelino, clasicista- es mágica. Y la belleza de su claustro -punto clave del conjunto- te enmudecerá. Toma buena nota también de su iglesia, de sus puertas, de su coro y de su altar mayor. Ciertamente, nada tiene desperdicio.

Pasar una noche bonita -y tranquila- en la ciudad. Un buen plan nocturno podría iniciarse con un paseo al atardecer por cualquier rincón del centro de la ciudad, seguir con una cena tradicional acompañada de un espectáculo folclórico portugués en el que el fado tendría un papel protagonista y, como broche de oro… ¿Qué tal disfrutar de la gran Catedral iluminada? Si a plena luz del día resulta impresionante, cuando el juego de iluminación entra en acción es sencillamente perfecta.

El Jardín del Príncipe Real, es una pequeña plaza situada no lejos del Barrio Alto. Se trata de un punto poco transitado por el turismo convencional, pero muy frecuentado por los lisboetas, un espacio natural que destila paz y calma. Llaman la atención sus rosales, sus palmeras, sus magnolios y, sobre todo, su gigante cedro de Busaco. Tampoco pasan desapercibidos los palacetes que lo rodean, como el neoárabe Palacio Ribeiro da Cunha, actual sede de algunas dependencias de la Universidad de Lisboa).

Los 45 metros de altura del elevador de Santa Justa (arriba) nos ofrecen fantásticas vistas para disfrutar; subir, llegar y observar, y disfrutar de todo el proceso en sí. Porque desde que entras en esta obra de ingeniería neogótica, inspirada en la mismísima Torre Eiffel, hasta que llegas arriba, todo forma parte de un pequeño viaje. Prepara tu cámara o, mejor aún, prepara tus recuerdos: desde entonces nunca más podrás olvidarte de esta magnífica perspectiva de la ciudad.

Los improvisados artistas callejeros nos harán disfrutar de la sencillez y la frescura de la que suelen hacer alarde en sus variadas destrezas en La Baixa, el verdadero centro de la ciudad, y muy cerca del elevador de Santa Justa. Y, ya que estamos, ¿por qué no aprovechar para disfrutar también por de calles con mucho ambiente y sus decenas de fachadas cubiertas con los azulejos más famosos del mundo?

La Estación de Oriente es un lugar ideado y llevado a cabo por el español Santiago Calatrava allá por 1998 (no en vano, formó parte del plan de la Expo 98). Su importancia es máxima dentro del país a nivel de comunicaciones y también a nivel arquitectónico: su luz, sus grandes espacios, su techo, su diseño… conforman una obra de arte para saborear con tranquilidad y perspectiva.

Moverte con el tranvía y si puede ser, del tranvía 28 (arriba), el que sube y baja por el casco histórico lisboeta. Hazlo sin más, sin muchas florituras y sin un plan preconcebido; porque dejarse llevar, dejarse sorprender y permitir a nuestra intuición decidir dónde subir y bajar forma parte también de un plan de viaje muy recomendable. Eso sí, ahora con mayor cautela y teniendo claras las medidas de higiene necesarias.

Podrás ver el Castillo de San Jorge desde casi cualquier punto de Lisboa; porque conocerlo de cerca es muy recomendable, pero también lo es degustarlo desde la lejanía. Este castillo, situado en lo alto de una colina, representa una constante icónica en el paisaje de la ciudad: mires hacia donde mires, estés donde estés, a lo lejos atisbarás las murallas exteriores de esta increíble fortaleza cuyo origen se remonta al siglo VIII.

Disfrutaremos del agua que rodea Lisboa. Y, al contrario de lo que pueda parecer, no es agua salada, sino dulce, y pertenece a la desembocadura del Río Tajo. Los aires marineros que confiere a la ciudad son espectaculares y realzan, si cabe aún más, su belleza. A propósito: un paseo en barco por el Tajo puede ser una experiencia francamente agradable. ¿Te animarás?

*Quizás alguno de estos planes tenga en esta nueva vida algún matiz diferente o alguna norma añadida. Todo es cuestión de informarse justo antes de llevarlos a cabo.

Foto | Elijah-LovkoffbradleyhebdonRossHelenFlavio Ensiki