Menorca, playas de ensueño y mucho más

05/08/2020

Por fin estamos en pleno mes de agosto y, una vez reabiertas las fronteras españolas tras la pandemia, Iberia vuelve a operar más de cincuenta rutas este verano. Empieza la llamada ‘nueva normalidad’. Una de las grandes novedades de la temporada serán los vuelos directos entre Múnich y la preciosa isla de Menorca, en Baleares, durante todos los sábados de julio y agosto. Destino paradisíaco que se caracteriza por hermosas playas de agua color azul turquesa, por unas envidiables puestas de sol junto al mar y por un legado histórico que se remonta cuatro mil años atrás… sin olvidar su increíble diversidad gastronómica. Un sinfín de atractivos que te permitirán saborear experiencias inolvidables a orillas del mar Mediterráneo, con todo lo que ello conlleva. ¿Estás preparado para descubrir los encantos de Menorca? ¡Despegamos con vuelo directo de Iberia!

Menorca es la segunda isla más extensa de las Baleares, solo superada por Mallorca, un destino de primer nivel en cualquier época del año. Sus atributos lucen aún más en verano, cuando las suaves temperaturas ensalzan sus increíbles paisajes y la posibilidad de practicar deportes acuáticos, conocer de cerca su patrimonio arqueológico o convivir con los espacios naturales adquieren un nivel superior; sí, un oasis en toda regla. El abanico de opciones que ofrece Menorca es tan amplio que no te van a faltar planes durante tu visita, pero queremos proponerte cuatro experiencias con las que acabarás enamorándote de la isla. Será algo único.

Tras las huellas de la civilización

 

Esta isla balear cuenta con la peculiaridad de haber estado habitada desde la prehistoria. Por su estratégica ubicación en el Mediterráneo, Menorca se ha erigido desde siempre como punto clave para el comercio y el intercambio cultural entre pueblos, de ahí que, más allá del influjo español que todos conocemos a día de hoy, también hayan dejado su huella otras culturas diferentes a lo largo de la historia.

Aquí alcanzó su esplendor la cultura talayótica, una civilización de la Edad de Bronce que legó numerosos restos arqueológicos con un excelente estado de conservación en la actualidad. Su nombre proviene de los talayots, unas torres troncocónicas de piedra que se utilizaban con fines de vigilancia y control del territorio. Construcciones prehistóricas que se complementan con otros edificios como las taulas, recintos considerados de culto con elementos de piedra en forma de letra T, o las navetas, monumentos funerarios que solo podrás ver en esta isla. La naveta des Tudons (arriba), el poblado de Torre d’en Galmés o la necrópolis de Calescoves son solo algunos símbolos de esta civilización que se pueden visitar en la actualidad.

Menorca también estuvo bajo dominio romano y de los pueblos vándalos, se convirtió en territorio bizantino en el siglo VI (período del que, se cree, proviene la pila bautismal de la Basílica de Son Bou y el mosaico de la basilica de Torelló ) y acabó dominada por los musulmanes durante cuatro siglos, hasta bien entrado el siglo XIII, convirtiéndose en Menurka: son pocos los restos arqueológicos de esta época que sobreviven, pero aún es posible contemplar el paso musulmán por la isla en la parte baja del campanario de la Catedral de Ciudadela (en su época, minarete de la mezquita) o en las murallas del Castillo de Santa Águeda.

Y, mucho más cercano en el tiempo, esta preciosa isla balear estuvo bajo dominios intermitentes por parte de españoles, británicos, franceses  y otra vez españoles durante el siglo XVIII: de la ocupación  francesa es importante destacar la fundación del pueblo de Sant Lluís, diseñado según las directrices neoclásicas de la época, y su iglesia construida en honor al rey Luis XV; del dominio inglés, que duró más de setenta años, quedó una huella mucho más evidente, hasta el punto de haberse creado una ruta turística conocida como Ruta Británica en la que se recorren lugares clave de su presencia en la isla como el Fuerte Marlborough (desde donde podrás disfrutar de increíbles vistas del puerto) o la famosa Torre de Fornells.

Un paraíso de color turquesa

Playas de aguas color turquesa, arena fina y la sensación de encontrarte en un verdadero paraíso terrenal. Resulta difícil explicar con palabras lo que se siente al descubrir el litoral menorquín, pero si hay algo que nos enseña esta isla es que no hace falta cruzar medio mundo para disfrutar de aguas transparentes y de calas salvajes rodeadas de naturaleza: sus 216 kilómetros de costa acogen notables diferencias entre las playas del sur (más tranquilas y accesibles, auténticas piscinas naturales) y las del norte (con mayor número de calas recónditas gracias a terrenos más escarpados), por lo que hasta tendrás la oportunidad de elegir.

 

Si hiciéramos una encuesta entre vecinos y visitantes sobre cuáles son las mejores playas de la isla, la Cala Macarella (imagen principal; junto con la contigua y más pequeña Macarelleta, en la que prolifera el nudismo) ocuparía probablemente el primer puesto de la clasificación. ¿Los motivos? Por el intenso color azul del agua, por ser un arenal virgen rodeado de verde vegetación y por representar la belleza en estado puro; es común ver embarcaciones que se acercan atraídas por lo llamativo de la zona.

 

También habrá quienes se decanten por la Cala Pregonda (arriba). Está en la parte norte, mucho más escarpada, pero no por ello menos apetecible: reconocible por su arena rojiza, será necesario caminar unos 30 minutos desde el aparcamiento hasta llegar al mar, pero el esfuerzo merecerá la pena solo por adentrarte en sus cálidas aguas cristalinas. Al estar tan aislada, es un lugar ideal para desconectar y descansar. La Cala Morell, rodeada de acantilados, la Playa de Son Bou, ideal para el turismo familiar por sus amplias dimensiones, o la Cala Mitjana, virgen en el sentido literal del término, son otros de los arenales más conocidos de Menorca. ¡Decenas y decenas de enclaves paradisíacos te están esperando!

 

Delicias menorquinas

Podríamos hablar de la sobrasada, del famoso queso de Mahón o de los flaons salados o dulces, pero no hay duda de que la caldereta de langosta (arriba) representa el plato estrella de Menorca; se trata de una verdad absoluta, sin fisuras. Debe su nombre al recipiente en el que se prepara, un caldero de barro que rememora los antiguos estofados marineros, y se compone de ingredientes tan mediterráneos como una gran diversidad de verduras, almendras, aceite de oliva y, claro está, el gran protagonismo de la langosta.

 

¿El resultado? Un guiso caldoso de vivaz color rojo capaz de hacer las delicias de hasta los paladares más exigentes, sabroso como pocos. Y como lo ideal es degustar tamaña maravilla sintiendo la brisa del mar, te recomendamos hacerlo en la localidad costera de Fornells, un precioso pueblito de pescadores a solo media hora desde Mahón que se jacta de preparar las mejores calderetas de la isla. ¡Es momento de comprobarlo!

 

La primera puesta de sol de España

Ahí no queda todo, porque al caer la tarde Menorca ofrece al visitante un privilegio más: en la isla tiene lugar cada día la primera puesta de sol de toda España, al ser el territorio ubicado más al este del país. En pareja, con amigos, en familia… cualquier compañía es buena para disfrutar de unos atardeceres de película, de esos que se quedan guardados para siempre en tu retina.

Contemplar espectaculares ocasos resulta fácil casi desde cualquier sitio en Menorca, aunque existen ciertos rincones con una magia especial: es costumbre hacerlo junto a alguno de sus famosos faros como el de Punta Nati (arriba), el más cercano a Ciutadella y de fácil acceso, célebre por estar acompañado de fortificaciones militares del siglo pasado, o desde lugares más enfocados al visitante como la Cova d’en Xoroi, un enclave en el que podrás disfrutar del atardecer desde su terraza-bar junto al mar o, si lo prefieres, también accediendo a los acantilados superiores sin necesidad de consumir en el local. Serán momentos únicos, realmente especiales, sin nada que se interponga entre vosotros y el horizonte.

Naturaleza, historia, cultura, gastronomía y playas de ensueño. ¿Necesitas más razones para descubrir la magia del Mediterráneo? ¡Menorca te espera con los brazos abiertos!

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