El abanico de posibilidades que Suiza ofrece al visitante es tan amplio que cualquier época del año resulta ideal para deleitarse con sus encantos sin parangón. Personalmente, eso sí, para mí la primavera adquiere un encanto especial y diferenciador cuando te sumerges en este precioso país: la llegada del buen tiempo hace que los planes al aire libre se multipliquen, punto a favor en destinos Iberia como Zúrich, Basilea o Ginebra.
Hoy nos centraremos en Ginebra, quizá, de las tres, la ciudad donde más fehaciente se hace el cambio de estación. ¿Porque sabías, por ejemplo, que aquí es un castaño el que marca oficialmente el inicio de la primavera desde hace dos siglos? ¿Y que sus zonas verdes (tanto urbanas como aledañas) adquieren un embriagante colorido en esta época del año? Déjate sorprender por la belleza de un destino ideal para saborear la primavera. Bienvenidos a Suiza, bienvenidos a Ginebra.
Pasear por el Jardín Inglés, junto al lago Lemán
Pocos lugares hay tan queridos en el centro de Ginebra como el mítico Jardín Inglés, uno de los parques emblemáticos de la ciudad. Fue creado en el año 1854 junto al lago Lemán para dar un toque de color al puerto; desde entonces, se ha convertido en el rincón verde ideal para disfrutar de la naturaleza en pleno casco antiguo. Alberga una gigantesca y cuidadísima muestra floral entre la que se diseminan esculturas y fuentes de gran valor artístico, seis hectáreas atravesadas por senderos en los que pasear en completa armonía.
¿Lo más destacado? Su célebre Reloj de flores (L’Horloge Fleurie), uno de los más originales del mundo: de gran colorido, está creado con más de 6.000 flores que van cambiando en cada estación del año para convertirlo en una obra de arte viva. Su segundero es la manecilla más grande del mundo, con 2,5 metros de largo. Y, por supuesto, el Reloj de flores da la hora con auténtica precisión suiza gracias a una señal enviada por satélite.
La promenade de la Treille y su banco de 120 metros
Nuestra siguiente parada tampoco está muy lejos del lago Lemán, siempre la gran referencia de Ginebra. Llegamos al Paseo Treille, un malecón urbano reconvertido en pasarela (gracias a su interminable barandilla de hierro en uno de los costados) y desde el que disfrutaremos de una de las mejores vistas de la ciudad. Sus miradores nos regalan increíbles panorámicas del sur de la ciudad, con la Place de Neuve o el Parc des Bastions en primer plano; y, un poco más allá, las hermosas montañas de Salève.
La promenade de la Treille es conocida por dos singularidades: de un lado, porque alberga el banco de madera más largo del mundo, superando los 120 metros, ideal para contemplar las bondades del paisaje y que no pocos eligen para respirar aire puro; de otro, porque aquí se encuentra el castaño más famoso de la ciudad (marronnier officiel), y es que un trabajador local tiene asignada desde 1818 la tarea de registrar su primera hoja del año para declarar oficialmente el comienzo de la primavera. ¿No es genial?
Subir al Mont Salève en teleférico
Porque no es lo mismo observarlo en la distancia que sobre el propio terreno, claro está. El Mont Salève es una montaña que supera los mil metros de altura en los Prealpes suizos y a muy poca distancia de Ginebra; de hecho, no se tardan más de veinte minutos en llegar desde la ciudad, un trayecto que puede hacerse con la línea 8 del autobús urbano. Tanto es así, que se ha convertido en un lugar de culto a la naturaleza y a los deportes de aventura: resulta habitual ver a ginebrinos practicando en la zona escalada, parapente, ciclismo de montaña, aeromodelismo o esquí de fondo durante los meses de invierno.
Uno de los principales atractivos turísticos del Mont Salève radica en poder llegar a su cima en un teleférico construido en 1932, que nos llevará a una altitud de 1.100 metros en solo cinco minutos. Desde lo alto, las vistas de Ginebra, del lago Leman, la parte sur del macizo del Jura o el Mont-Blanc (sobre todo en los días despejados) son espectaculares. Un regalo para tus sentidos. Una vez en la cima, podrás disfrutar de una interesante ruta de senderismo por la cresta del Salève y, a la vuelta, de las especialidades gastronómicas locales que ofrece el restaurante anexo a la estación de montaña. Ideal para disfrutar en primavera.
El mercado de pulgas de Plainpalais
Cada miércoles y domingo, la amplia explanada de Platinarais cambia completamente su fisonomía para acoger decenas de puestos y un plan diferente al aire libre: le marché aux puces de Plainpalais es uno de los mercadillos más grandes y con más ambiente de Suiza, un lugar en el que coleccionistas, curiosos y buscadores de gangas se dan cita para disfrutar de una tradición que se remonta a 1970. Muebles, ropa, discos, flores, libros, antigüedades y artesanías se entrelazan en una insólita combinación para hacer las delicias de oriundos y visitantes. Los domingos, además, se adereza con tenderetes de fruta y verdura, que llenan la plaza de aromas y sabores muy característicos.
¿Una recomendación adicional? Aprovecha tu visita al mercado de Plainpalais para conocer dos museos muy interesantes que están cerca de la plaza: el Museo Etnográfico de Ginebra, el segundo más importante de Suiza, con más de 100.000 referencias de civilizaciones de todo el planeta; y el Museo Patek Philippe, sobre relojes, considerado el más completo del mundo en la materia.
¡Vuela a Ginebra por desde 42€!