Hay veces que cierro los ojos. Imagino un destino soleado, bañado por un Mediterráneo azul turquesa, con rincones de naturaleza aún virgen, con agradables temperaturas durante todo el año. Y, cuando los vuelvo a abrir, nada me gustaría más que estar en alguna de las calas de Ibiza. Porque pocos lugares ofrecen tanta paz, tamaña conexión con la naturaleza, como esta sublime isla balear.
La Isla Blanca es conocida en todo el mundo por su mítica oferta de ocio nocturno, pero también por sus playas de ensueño. Las verdaderas culpables de que no sea obligatorio viajar hasta destinos exóticos para disfrutar de arenas finas y de entornos naturales sin parangón.
Hay tantas y tan diferentes entre sí que no te resultará fácil decantarte por una en concreto. Por ello, te animamos a descubrir varios de estos rincones que el mar ha ganado a la tierra; porque hasta en eso es generosa esta isla. Aplícate un poco de bronceador, que comienza nuestro recorrido por las mejores calas de Ibiza.
Cala d’Hort, en Sant Josep de Sa Talaia
Empezamos por la que, muy probablemente, sea el prototipo paradisíaco de la isla (arriba). Ubicada en plena reserva natural, destaca por un entorno de enorme valor medioambiental y por las increíbles vistas de Es Vedrá, ese islote mágico que lleva siglos cautivando a propios y extraños. De aguas tranquilas al estar protegida por un acantilado, se convierte en una opción ideal para ir en familia.
Clada d’Hort es una playa libre de humos, no está permitido fumar allí, con objeto de preservar intacta la riqueza natural del enclave. En sus extremos alberga tres restaurantes en los que saborear auténticas delicias ibicencas y de la gastronomía balear. También una boutique con ropa de playa de diseño. Compite por erigirse como una de las mejores puestas de sol de España. Y de Europa. Sencillamente espectacular.
Cala Jondal, en Sant Josep de sa Talaia
No abandonamos Sant Josep, porque aquí se encuentra otra de esas calas de Ibiza que siempre están de moda. Cala Jondal es famosa por sus còdols, una de las pocas playas de la isla con grandes cantos rodados, que le otorgan ese ápice de singularidad. Sus aguas están tan limpias que la convierten en un destino de primer nivel para practicar buceo.
Pero también es muy conocida por sus beach clubs, por sus restaurantes junto al mar que siempre están animados. Muy recomendables para degustar recetas locales (sobre todo, pescado fresco) y para disfrutar de la envidiable panorámica con un buen cóctel. Siempre con buena música para caldear el ambiente, claro está.
Cala Salada y Cala Saladeta, en Sant Antoni de Portmany
Aguas azul turquesa, arena dorada y un entorno natural de los que no se olvidan. Cala Salada está rodeada de acantilados (no son pocos los que suben hasta ellos para saltar al mar) y de pinares, naturaleza virgen que representa a la perfección el típico paisaje mediterráneo. De ambiente familiar, es ideal para practicar esnórquel gracias a la pureza y la poca profundidad de sus aguas.
En verano se convierte en una de las calas más visitadas en Ibiza, por lo que no estará de más madrugar para conseguir un buen sitio. Si buscas algo más de tranquilidad, siempre podrás descubrir su vecina Cala Saladeta, más pequeña, pero con el mismo encanto. Podrás llegar hasta ella tras cruzar un saliente de rocas. Aquí se suele concentrar un público más joven.
Cala Boix, en Santa Eulària des Riu
No hay ninguna otra cala en Ibiza con arena negra. Ahí radica la peculiaridad de Cala Boix, en el norte de la isla, una playa rodeada con bosques de pinos y con un oleaje algo más agitado que en otras calas. Es famosa por los buenos restaurantes ubicados sobre el acantilado que la rodean, hasta tres, y por ser un remanso de tranquilidad. Perfecta para desconectar mientras disfrutar de un paraje natural con gran valor. En uno de sus extremos hay una zona nudista.
Cala Comte, en Sant Agustí des Vedrà
En nuestro recorrido por las mejores calas de Ibiza no podía faltar la Cala Comte, uno de los emblemas de la isla y, sin exagerar, del archipiélago balear. Ofrece al visitante tres zonas bien diferenciadas, separadas por accidentes geográficos naturales: las dos primeras (Es Comte de Tramontana y Es Comte de Ponent) están más orientadas a turismo familiar al contar con más servicios; en la tercera, Es Racó d’en Xic, mucho más escondida, es habitual el nudismo.
Cala Comte se ha convertido desde hace décadas en uno de los puntos más recomendables para disfrutar del atardecer mediterráneo. Podrás hacerlo desde la propia arena o desde alguno de los restaurantes que salpican su horizonte. Destino obligado para los amantes del esnórquel y el buceo.
Imágenes | Javier Duran; Juergen Sack; Alexander Wolff