La ansiedad se conoce como una respuesta del cuerpo desproporcionada a la situación que se está viviendo en ese momento. Aparece cuando percibimos un peligro y no nos sentimos con la capacidad de hacerlo frente.
La reacción fisiológica que se produce en nuestro cuerpo puede ser muy intensa, llegándonos a limitar y condicionar nuestras acciones.
Hay personas para las que el simple hecho de volar les puede generar ansiedad. Esta reacción puede aparecer por varios motivos:
- Por una experiencia previa donde volar fue muy estresante o angustioso
- Por un aprendizaje vicario (es decir haber visto u oído situaciones en las que volar era peligroso)
- Por una percepción de falta de control
- O incluso por varios de estos motivos
¿Qué me habrá producido tanta ansiedad?
A menudo, nos asustamos porque no logramos identificar el origen de la ansiedad.
No tenemos por qué ser conscientes del motivo, ya que la respuesta fisiológica y emocional a veces ocurre antes que la cognitiva; es decir, el cuerpo puede reaccionar antes que nuestra mente y por eso podemos no ser conscientes de su motivo.
No intentes buscarlo a toda costa, ya que puede ser una batalla perdida. Entiende que si tu cuerpo tiene esta reacción, es porque se siente alerta, intranquilo o en peligro; necesita protegerte y mantenerte a salvo.
En estos casos, intenta dirigir tu atención y tus palabras al momento presente desde la calma, para poder regularte y volver a tu equilibrio poco a poco.
¿Qué podemos hacer cuando sentimos ansiedad?
A continuación indicamos algunas herramientas que pueden ser muy útiles para estos casos:
- Intenta dirigir tu diálogo interno al momento presente. Puedes crear una lista de frases que puedan ayudarte a la hora de exponerte a la situación percibida como amenazante.
- Pon palabras a lo que está sucediendo desde la calma. Nombra e identifica todo lo que puede estar sucediendo; de esta manera, tu cerebro podrá colocar mejor la información, por lo que será menos angustioso para ti.
- Puedes practicar algún tipo de respiración consciente, atendiendo a cómo entra y sale el aire en tu cuerpo. Un ejemplo podría ser la respiración diafragmática.
- Otra opción podría ser algún tipo de relajación guiada o meditación que puedas hacer en un lugar tranquilo y de manera habitual, para así encontrar un lugar seguro al que poder acceder cuando la ansiedad aparezca.
- Trata de no juzgar ni cuestionar tus síntomas físicos; simplemente acompáñalos, observa cómo aparecen en tu cuerpo sin luchar contra ellos para que desaparezcan.
- Háblate con cariño y respeto. Háblate como si estuvieses hablando con un ser querido que te necesita en ese momento. Tu diálogo interno es una pieza clave para mantener tu estabilidad emocional.
- Si tienes la oportunidad, también puedes expresar y compartir cómo te sientes con alguien. No queramos sostener todo el malestar nosotros solos; a veces necesitamos de alguien que nos sostenga, y esto no nos hace menos capaces, sino todo lo contrario. Nos demostramos que tenemos capacidad de recurrir a recursos que nos son útiles en nuestros peores momentos, como es el pedir ayuda.
- Si no hay nadie con quien compartir o no te sientes seguro haciendo esto, puedes escribir cómo te sientes en algún lugar. La escritura puede llegar a ser muy terapéutica. Cuando escribimos nuestras emociones, soltamos carga emocional, lo podemos ver desde fuera y nos ayuda a reorganizar nuestros sentimientos y pensamientos.
Recuerda que tienes la capacidad de sentir todo lo que viene, que las emociones son temporales y que pronto pasarán.
Autor: Crea Sentido