Cada paso que damos en nuestro día a día, cada decisión o cada comportamiento, viene precedido por una creencia de base. Esta creencia viene determinada por nuestra experiencia y a veces no es del todo real, generando así pensamientos irreales o que no concuerdan exactamente con la realidad en la que vivimos. Si estos pensamientos están presentes a menudo durante el día, finalmente vamos a dar lugar a tener con nosotros mismos un diálogo interno irreal.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando estamos ante un miedo como es el caso del miedo a volar?
Los días previos al viaje, nuestro diálogo interno se va caracterizar principalmente por frases automáticas sobre lo que nosotros percibimos como amenaza, como por ejemplo “sólo faltan dos días para el viaje, seguro que pasa algo malo”.
Este diálogo interno a menudo va unido con una falsa sensación de control, ya que si tenemos en mente que “va a pasar algo malo”, estamos preparando a nuestro cuerpo para enfrentarse a un posible peligro, por lo que los días anteriores, estaremos en alerta y nuestro comportamiento irá dirigido en base a ese tipo de frases.
Como bien os contábamos en el artículo anterior “La influencia de los pensamientos en el miedo a volar” una de las claves para manejar el miedo es parar, atender al pensamiento que estamos teniendo y cuestionarlo ¿acaso es real este pensamiento? ¿Puedo adivinar lo que va pasar dentro de dos días?
Lo mismo tendríamos que hacer con nuestro diálogo interno, atenderlo y parar a observar cómo nos estamos hablando los días previos al viaje, cómo nos hablamos cuando estamos a punto de embarcar o cuando estamos montado en el avión listo para despegar.
Para poder comprender y trabajar mejor sobre todo esto, podemos imaginar que dentro de nosotros existen diferentes partes, por ejemplo en este caso puede existir “una parte miedosa” que se ha formado a través de nuestras experiencias anteriores (en vuelos anteriores, comentarios negativos que hemos ido recibiendo, etc.) y por otra parte podríamos imaginar “una parte coherente” que nos invita a enfrentarnos a las situaciones con todos nuestros recursos más adaptativos, a actuar desde el respeto y a poner en práctica todo aquello que nos facilite nuestro día a día.
Si visualizamos nuestra parte miedosa ¿qué nos podría decir a la hora de coger un avión?
– “No te montes”, “Te va a pasar algo malo”, “No vas a ser capaz de manejar tus emociones”, “Seguro que te vas a marear”
Si continuamos dando rienda suelta a esta parte, nos vamos a ver incapaces de enfrentarnos al vuelo, pero si por el contrario intentamos encontrar un equilibrio entre las partes, sacando a la luz a nuestra parte coherente, estaremos preparados para enfrentarnos al vuelosatisfactoriamente. :
– “Es normal que te sientas de este modo; si has tenido una experiencia negativa, es totalmente lógico. Permítete sentirte de esta manera”. “Si sientes malestar, eres capaz de emplear recursos”. “Puedes pedir ayuda si lo necesitas”.
Las consecuencias del diálogo interno de nuestra parte miedosa, pueden generar mucho malestar, llegando a tener síntomas que nos limiten nuestro día a día. Por eso creemos que es muy importante aprender a manejar este diálogo y tener herramientas para combatirlo. ¡Vamos a ello!
Claves para trabajar sobre tu diálogo interno:
– Da un espacio a esta forma de hablar que tienes cuando vas a enfrentarte a un miedo; evita decirte “no te hables así” o “deja de pensar de esta manera”. Esto, como ya vimos, agudiza mucho más el problema; no es solución.
– Organiza tu día de tal forma que puedas utilizar un tiempo concreto para escucharte, para descifrar lo que tu diálogo quiere decirte, para observarle sin juicio y desde el respeto y la compasión.
– Si lo necesitas, en un momento de calma puedes hacer un escrito sobre lo que estás sintiendo desde la compasión, con el objetivo de que tú puedas ser tu mejor ayuda.
– Por último, no te juzgues; tienes derecho a sentir lo que sientes en cada momento y a expresarlo.
Para finalizar, nos gustaría indicar algunas frases reparadoras para este tipo de diálogo interno que puedes escribirlas en una “hoja rescate”. Guárdala en un bolsillo, tenla a mano y cuando observes que tu cuerpo está empezando a sentir malestar o que tu diálogo está siendo dañino para ti, úsala.
Algunas de esas frases podrían ser:
– ¿Cómo me estoy hablando en este momento?
– Está bien sentir lo que siento
– Voy a dar un espacio a este diálogo; si tengo miedo, es normal que lo verbalice conmigo mismo para protegerme.
– Yo soy el mejor gestor de este diálogo interno.
– Tengo otros recursos diferentes para hacerle frente.
– Volaré con el diálogo que tenga en ese momento; seré capaz de manejarlo.
– Tengo derecho a pensar como pienso hoy.
Recuerda que estamos formados por diferentes partes, que ellas hablan todo el día entre ellas y que a veces debemos buscar un equilibrio entre todas, porque si solamente es una la que toma el control, es ahí cuando estamos fuera de juego y nos sentimos incapaces.
Vamos a volar alto con todas las partes que nos forman como personas. Recordemos que la adulta siempre estará accesible y siempre será nuestra mejor compañera de viaje.
Autor: Crea Sentido