Nombre: Anastasiya Klevchuk Shvets.
Cargo: Tripulante de cabina de pasajeros.
Nacionalidad: Ucraniana.
Residencia: España.
Actualmente soy tripulante de cabina de pasajeros de corto y medio radio. Una de mis tareas principales es velar por la seguridad de los pasajeros, al mismo tiempo que ofrecerles el mejor servicio, acompañado de momentos inolvidables para que el viaje sea de lo más cómodo posible y una experiencia para repetir.
¿Cómo llegaste a Iberia? ¿Y a tu lugar actual de residencia?
Llegué a Iberia en diciembre del 2018, después de haber tenido experiencia como tripulante en otra compañía. Recuerdo que al pisar las oficinas inmediatamente sentí que este era el lugar para quedarse.
Soy ucraniana y mis padres emigraron a España cuando yo cumplí 8 años. He crecido en un precioso pueblo de la Comunidad Valenciana, Peñíscola. Me vine a Madrid hace seis años, en busca de una oportunidad; y aquí sigo, a pesar de que echo de menos la brisa del mar y, por supuesto, un buen “arròs a banda”.
¿Cómo te has adaptado a la forma de vivir de este país, tanto en el terreno laboral como el personal?
Mi adapta
ción fue muy rápida. En el colegio era la única niña que no hablaba español, por lo que para mis compañeros de clase y maestras, era de lo más curioso y exótico; me acogieron todos muy rápido y mostraron muchísimo interés para enseñarme el idioma. Recuerdo que en el patio no me dejaban ni un minuto sola; siempre querían enseñarme una palabra nueva y me hicieron sentir en todo momento una más del grupo. Les estoy enormemente agradecida.
¿Qué diferencias notas sobre todo entre las dos culturas?
En mi opinión, son dos culturas muy distintas, empezando por la manera de ver las cosas, las costumbres, la celebración de las fiestas y, por supuesto, la comida. Por ejemplo, la Navidad para los ucranianos se celebra el 7 de enero -es la fiesta más importante del año-. Ese día todas las familias, como tradición, preparan un plato dulce llamado “Kutia” (una mezcla de granos de trigo hervidos mezclados con semillas, miel, nueces y avellanas o pasas). Se come antes o después de la comida y simboliza la buena suerte para la familia durante el año.
Además, los niños, ese día, se acercan a casas de sus vecinos y amigos para cantar villancicos llamados “koliadka” y estos les otorgan golosinas o dinero. Tengo que reconocer que mi madre sigue haciendo “kutia” ese día, a pesar de los más de 20 años que llevamos aquí.
¿Qué es lo que más te llama la atención de los españoles?
La cercanía de la gente, el sentirte siempre acogida a pesar de estar lejos de casa y de los tuyos. El siempre sí a un plan acompañado de terraza y sol.
¿Conoces a más compatriotas que trabajen en Iberia?
No, de momento no, pero encantada siempre. A pesar de llevar aquí muchos años e identificarme muchísimo con la cultura y la vida española, estoy muy orgullosa de mis raíces y por lo tanto siempre es un placer conocer a un compatriota.
¿Cuál es tu rincón favorito de Madrid?
Adoro Madrid, sus calles, su caos en plena Gran Vía, sus bares de Malasaña, sus museos, su bocadillo de calamares y su vida nocturna. Si tuviese que quedarme con algún rincón ahora mismo, iría al parque de Las Siete Tetas para ver el atardecer observando sus edificios más emblemáticos.
Una excursión pendiente
Tengo pendiente una excursión a San Lorenzo del Escorial, para conocer un poco más de la historia y las curiosidades del monasterio.
Tu domingo ideal
Mi domingo ideal empezaría en una terraza al sol en la Plaza Mayor disfrutando de un vermut. Después me dirigiría hacia La Latina, para perderme por el Rastro y su ambiente, hasta llegar al restaurante “El capricho Extremeño” para tomarme una buena tosta de queso de cabra con mermelada.