La aviación comercial ha evolucionado muchísimo en sus casi 110 años de vida; hoy podemos convenir que no solo es el medio de transporte más seguro, sino también el más fiable y rápido. Por ello mismo, los vuelos comerciales se utilizan para transportar objetos en lugar —o además— de viajeros. A veces, esos transportes se convierten en hitos históricos. Otras, ejercen una labor de responsabilidad social más visible en centros de salud y quirófanos que en las cabinas de pasajeros.
Esos otros transportes de los vuelos comerciales
¿A qué nos referimos? En realidad, son muchos los transportes que precisan de vuelos comerciales para llegar a tiempo a su destino. No solo eso: también en las condiciones de temperatura y estabilidad necesarias. Vamos a ver tres ejemplos.
Transportes sensibles durante la pandemia de covid-19
Por fortuna, el recuerdo de la pandemia comienza a quedar atrás, pero en lo peor de la crisis sanitaria hubo momentos en los que los vuelos comerciales ejercieron una labor imprescindible para transportar, por ejemplo, equipos de protección individual (EPI), mascarillas, guantes, ropa de protección, gafas… De repente, casi de un día para otro, estos elementos se convirtieron en esenciales para garantizar la salud de la población mundial.
IAG Cargo, división de manipulación de carga que cuenta entre sus socios a Iberia, creó en aquellos momentos críticos un corredor sanitario entre China y España para transportar estos equipos. En estos vuelos, donde se llegaron a transportar millones de kilos de productos esenciales para la pandemia en nuestro país, también se aprovechó para repatriar a ciudadanos españoles que en aquel momento vivían en el extranjero.
El otro momento crítico fue el del transporte de vacunas; todos podemos recordar que la fragilidad de las mismas residía en que necesitaban una temperatura constante y muy baja para que fueran eficaces. Esta misma división se encargó de hacerlo gracias a su servicio Constant Climate, que permitió mantener las vacunas a esa temperatura específica, sin la cual no habrían servido al fin para el que se habían creado. Desde el aeropuerto hasta el punto de destino (el centro de almacenamiento de productos farmacéuticos de Madrid) se utilizaban camiones refrigerados que reproducían las mismas condiciones de temperatura.
Fármacos
Pero, fuera de la pandemia, el transporte de fármacos que precisan de unas condiciones climáticas específicas también se hace a menudo en avión. Otras vacunas o ciertos fármacos contra el cáncer necesitan también de una temperatura constante, imprescindible para que no se deterioren.
Órganos para trasplantes
Muchos vuelos regulares se utilizan también para esta labor. España es líder mundial en donación y trasplante de órganos, y compañías como Iberia contribuyen a este liderazgo de forma desinteresada. De hecho, dentro de la flota de Airbus A350 con que cuenta la compañía, una de las últimas incorporaciones se ha bautizado con el nombre Organización Nacional de Trasplantes.
Iberia lleva ya un decenio colaborando con la ONT para que los órganos lleguen a tiempo a su destino y salven vidas. Huelga decir que estos órganos viajan en las mejores condiciones para garantizar su viabilidad en destino. Siempre viajan en la cabina del piloto —jamás con los pasajeros o en bodega—; de hecho, suele ser el propio piloto el que lo entrega en destino, esto es, a la ambulancia que espera en el aeropuerto para trasladarlo al hospital en el que se realizará la intervención.
Obras de arte
Sin pretender comparar, porque no es ni puede ser comparable, el transporte de órganos o medicamentos que salvan vidas con el de obras de arte, también los vuelos comerciales se utilizan para este fin. Los aviones son capaces de reproducir condiciones de estanqueidad, temperatura y humedad idóneas.
Las obras de arte viajan a menudo en sus bodegas. Es habitual que un gran museo reclame obras a otros centros de arte de distintos puntos del planeta para realizar un monográfico sobre un determinado artista. Si la distancia entre el centro de recogida y el de destino es corta y no media el mar, dicho transporte se suele hacer por vía terrestre, siempre en camiones especiales destinados a este tipo de transportes. Pero imaginemos que un museo en Nueva York precisa de una obra que se encuentra en El Prado. Entonces, la obra se trasladará en avión.
La pieza viaja en cajas especiales creadas por especialistas en transporte de obras de arte. El objetivo final es que dicha obra esté aislada de cambios bruscos de temperatura o humedad, así como de vibraciones que puedan dañarla.
Hay ocasiones memorables en las que una obra no viaja para formar parte de una colección temporal, sino para quedarse. Ese fue el caso del Boeing 747 Lope de Vega que transportó, el 10 de septiembre de 1981, el Guernica de Picasso desde Nueva York hasta Madrid, para formar parte del patrimonio cultural de nuestro país. Uno de esos hitos de la aviación española que han quedado grabados en la memoria colectiva.