Berlín viene cargado de sorpresas creativas

04/02/2016

Paseo por Kreuzberg

400 galerías, 20.ooo creadores de arte contemporáneo de todo el mundo… ¿Por dónde empieza uno a diseccionar la cultura de la capital de Alemania? ¿Con qué criterio elige? ¿Por dónde ataca un pastel como Berlín, Olimpo de la gente creativa? Para ayudar a otros a despejar mis dudas, qué mejor que compartir las que fueran inquietudes de mi propia experiencia.

Arte y cerveza en el monumento industrial «Güterladestation Magerviehhof»

¿Quedaría espacio para lo desconocido en un destino como Berlín? Seguro que sí. Mi reto era pues escarbar entre los lugares de la capital no tan evidentes, entre los momentos más frescos. ¿Mi razonamiento para ello? El convencimiento de que, una vez absorbida la magia de las visitas inevitablemente imprescindibles que Berlín tiene, es a la sombra de los grandes monumentos donde se agazapan sus rarezas más singulares e inspiradoras.

En primer lugar, quise saber qué había permanecido de mi venerado Tacheles. Aquellos que viajamos a Berlín antes de 2012, recordamos con nostalgia el vital proyecto de aquella inmensa casa okupa sita en Oranienburgerstrasse. Siempre invadida por creadores del más sincero arte urbano, la imaginación y lo alternativo, recuerdo perfectamente su pequeño y destartalado cine, las cervezas entre butacas y pasillos, el juntos pero sí revueltos del bar, las salas y las exposiciones, la ausencia de fronteras… Tacheles, al dejar de existir, dejó un vacío creativo que sigue ocupando un espacio en el corazón y en la memoria de berlineses y foráneos, entre  los que me incluyo. En definitiva, y como era de esperar en la ciudad de las sorpresas, me alegré al saber que Berlín el fiduciario había compartido el espíritu Tacheles con muchos dignos herederos. Fue así, en busca del legado alternativo y rompedor, cómo descubrí Alte Börse Marzahn (Zur Alten Börse 59), la primera de mis visitas curiosas.

Marzahn resuena como el próximo Kreuzberg, como una zona moderna en ebullición a tener en cuenta. Tal es el nombre del barrio verde, fundado en 1979 y alejado hacia el este del centro de la ciudad, donde en 2013 viera la luz un enorme distrito poblado por artistas (entre ellos, los que trabajaban el metal en Tacheles), cuyos talleres eran las antiguas barracas del ejército. Alte Börse Marzahn se llama el oasis urbano donde las esculturas de chatarra típicas, que ya no pueden ser visitadas en el centro de Berlín, sí son un reclamo, entre edificios de ladrillo y multitud de árboles alumbrados por cubos de colores que hacen las veces de lámparas.

Descubrí que, al caer el sol en Marzahn, los focos se dirigen hacia otra de sus sorpresas: el Club Czar Hagestolz. Desde que los berlineses le pillaron el truco al ambiente apacible e industrial del edificio de ladrillo, Alte Börse ya no es solo un centro de arte. Hace poco más de un año, la noche de Berlín descubrió el potencial underground de este espacio rústico, cuyo historial de fiestas al aire libre y conciertos no deja de crecer. Todo, de momento, a prueba de turistas.

(Nota mental: no abandonar Alte Börse Marzahn sin probar la cerveza artesana de la Bierfabrik Berlín. Tampoco sin visitar el Museo del distrito Marzahn-Hellersdorf, que ocupa la antigua escuela pública y cuenta con gracia la historia de la zona.

El año de la Berlinale

Luego me acordé de que cualquier ciudad creativa que se precie se lleva bien con el cine. Por eso rescaté como actividad de ocio una de mis cuentas pendientes con el séptimo arte: asistir a La Berlinale, una cita visual con más de 400 películas. ¡Me moría de ganas de pasear por la Potsdamer Platz, centro neurálgico de la fiesta del cine en Berlín! ¿Lo que más me maravilla de este evento? Su carácter popular y accesible a todos.

Año tras año, el festival de cine público más grande del mundo pone a prueba la paciencia de los fans del cine. Ni el programa de la Berlinale 2016 (del 1.02 al 21.02 ) se hará público hasta principios de febrero, ni las entradas estarán disponibles hasta entonces (atentos a berlinale.de).

Berlín y sus museos de diseño

Seguía con ganas más sorpresas. Sabía que en mi plan de turismo creativo por la dinámica Berlín, no podía faltar la visita a algún museo vinculado al diseño. Y fue entonces cuando me imaginé paseando por el Bauhaus Archiv (Klingelhöferstraße 14, Tiergarten). El edificio, obra del arquitecto fundador del movimiento de la Bauhaus, Walter Gropius, es un símbolo de por qué Berlín es y será metáfora de la vanguardia… Me visualicé recorriendo las salas del Bauhaus Archiv y deteniéndome emocionada a la luz de sus inconfundibles claraboyas. Esta visita, imprescindible para los amantes del diseño, es altamente recomendable.

Me quedaba hueco para el postre. Por eso, no iba a dejar que en mi lista de planes en Berlín faltaran los momentos gastronómicos.

Menú creativo en Berlín

A elegir entre:

Hasta 26 restaurantes galardonados con una estrella Michelin. Un joven ejemplo es el recientemente abierto Nobelhart & Schmutzig, en Kreuzberg (Friedrichstrasse 218). La chef Micha Schäfer (¡28 años!) construye objetos de deseo para las papilas gustativas (sí y solo sí a base de producto local).

La nueva capital vegetariana. Un innovador ejemplo es el nuevo restaurante Restlos Glücklich, o lo que es lo mismo,  “totalmente feliz”. Mobiliario reciclado, cocina sin ánimo de lucro, platos creados con alimentos recogidos de supermercados… Su admirable filosofía armoniza solidaridad y sostenibilidad.

Antes del punto y final, me apetecía despedirme de Berlín con una copa. En la camaleónica zona de Kreuzberg, que me encanta, y en uno de esos lugares sin carta, tan lo más. Decidí que el pequeño Bar Marques (sí, ese sin el nombre en la fachada) y sus cócteles de muerte sería mi gran caso a estudiar. En Graefestraße 92.

Y aquí puse fin a mi búsqueda de novedades entre los clásicos que nunca mueren de una ciudad que no sabe estar quieta. Siempre en constante movimiento, siempre mudando capas, la capital de Alemania y su espíritu joven por algo nos engancha y nos hace repetirla y repetirla (y repetirla).

Robin Robokow

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