Esa maravilla de México llamada San Miguel de Allende

08/12/2017

San Miguel Allende Parroquia San Miguel Calle Aldama Shutterstock Bill Perry

Quién no recuerda su primera vez. Quién. La mía fue en el año 2013 con mi buen amigo Chava, una de esas personas que desprenden destellos de pasión allá por donde pasan. Eso sí, puntualicemos: hablo de la primera vez que visité San Miguel de Allende y, a la postre, de la desmedida pasión que Chava siente por su propio país. “Te va a encantar”, me dijo, y no se equivocó lo más mínimo. Desde entonces he tenido la suerte de pisar San Miguel hasta en otras cuatro ocasiones, convirtiéndola en destino obligado para todas las visitas que llegaban desde Europa. Dulce obligación, sin duda, y es que hablamos de una de las más bellas ciudades de toda Latinoamérica.

Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2008 (hasta entonces, uno de los Pueblos Mágicos de México), San Miguel de Allende lleva décadas atrayendo a visitantes y curiosos de muchas partes del mundo. Hay quien dice que por su encanto, otros que por la poderosa energía que desprende la cama de cuarzo sobre la que, según la leyenda, está construida. Lo cierto es que no son pocos los que decidieron dejarlo todo para convertir este precioso enclave del estado de Guanajuato en su nuevo hogar; que se lo pregunten si no a los más de diez mil estadounidenses que residen allí de manera permanente. Incluso lo hizo el gran actor Mario Moreno, Cantinflas, tras enamorarse perdidamente del lugar.

Razones de peso no faltan, no. La ciudad siempre se ha concebido como un punto clave de la arquitectura colonial en México, con un centro histórico repleto de casitas bajas y colores vivos que le otorgan esa personalidad tan singular. Pasear por sus calles adoquinadas y perderse por los jardines que las agasajan acaba siendo una experiencia única, discurriendo entre antiguas casonas señoriales que hoy funcionan como hoteles. Puede que la mejor postal la encontremos en la calle Aldama (imagen principal), desde donde se distingue a la perfección la Parroquia de San Miguel Arcángel (abajo), el verdadero emblema local: construida en el siglo XVI, sucesivas reformas la dotaron de un estilo neogótico en el que sobresalen su llamativo color rosado y la majestuosidad de sus campanarios. ¿Una recomendación? Disfrútala de noche, iluminada.

San Miguel Allende Parroquia San Miguel Bill Perry Shutterstock

Éste es el templo principal, pero ni mucho menos el único: Nuestra Señora de la Salud, con su imponente fachada barroca, el Oratorio de San Felipe Neri, con gran significado durante la Semana Santa, o el Templo de San Francisco, de gran belleza interior y construido en el siglo XVIII, conforman otras interesantísimas muestras de arquitectura sacra en el centro de la ciudad.

La plaza principal sirve de antesala al simbólico Museo Casa De Allende, donde vivió Ignacio de Allende, uno de los grandes líderes de la revolución mexicana de 1808 al que la ciudad le debe su inmortal apellido. De estilo neoclásico, el edificio alberga exposiciones sobre la historia de la región y de la ciudad y representaciones tanto de una antigua tienda local (llamadas pulperías) como de una histórica botica. ¿Más museos? La Aurora, con muestras de arte contemporáneo, y el Museo La Esquina, que acoge una increíble colección de juguetes clásicos, son absolutamente imprescindibles.

Mercado Artesanías San Miguel Allende San Hoyano Shutterstock

Pero si hay un rincón de San Miguel de Allende que me fascina por encima de todos los demás ése es, sin duda, su famoso Mercado de Artesanías (arriba). Más allá del típico mercado de México, aquí conviven exquisitas muestras de orfebrería, joyería, utensilios para el hogar (como el aparato para moler chocolate que aún guardo con recelo), coloridas piezas de vidrio, alfombras y prendas de lana con motivos autóctonos, objetos de decoración y las preciosas cerámicas de talavera que acabaron por conquistarme; y es que, cuando preparo la cena, la vajilla de talavera artesana que tengo en casa me recuerda cuánto echo de menos aquel lugar.

También hay sitio en este mercado para los dulces clásicos de la zona, con tiendas dedicadas exclusivamente a ello. No puedes abandonar la ciudad sin saborear sus excelentes mazapanes, el rompope (una bebida de bajo porcentaje alcohólico preparada con huevo, vainilla y canela, de color amarillo), el xonocostle (el fruto del nopal endulzado con azúcar y canela) y, por supuesto, los míticos tumbagones, que ya se consumían en San Miguel en el siglo XVI: hablamos de una especie de barquillos en forma de tubo elaborados con huevo, harina, manteca y azúcar espolvoreada. ¡Te chuparás los dedos!

San Miguel de Allende se ha puesto de moda por sus restaurantes de cocina creativa en los que tradición y modernidad se dan la mano de una manera sublime. Eso dicen los entendidos al menos, porque en esta ocasión acabaré contándoos un preciado secreto: en una esquina del Jardín Allende están los mejores tacos que probé en México; y lo digo con rotundidad, porque así lo pensé cada vez que los probaba. En un puesto de la calle. Lo que no os digo es en qué esquina, eso tendréis que adivinarlo vosotros cuando visitéis este maravilloso destino. 😉

Imágenes | Bill PerrySan Hoyano.