El desayuno, la comida más importante del día en los destinos Iberia

26/12/2018

No son pocos los que aseguran que el desayuno es la comida más importante del día, un robusto pilar sobre el que asentar el devenir cotidiano. Con razón. Porque, más allá de favorecer la vitalidad, la concentración y la memoria desde primera hora de la mañana, nos aporta una dosis de sabor de la que ni querríamos ni deberíamos de desprendernos. Café, bollería, pescado, huevos, té, carne, fruta, sopa y hasta cerveza; sí, has leído bien: también cerveza. Y es que la cultura que se mueve alrededor del desayuno es todo un símbolo en muchos de los destinos Iberia, con opciones tan variadas como apetecibles. ¿Nos acompañas a recorrer los más llamativos?

Alemania

Los desayunos en Centroeuropa suelen ser categóricos, de alguna manera hay que hacer frente al frío que acompaña durante buena parte del año. En Alemania, las panaderías son auténticas instituciones que alternan opciones dulces (tartas como la típica Selva Negra; pasteles como el Butterkuchen, con mantequilla de ingrediente principal…) y saladas (pequeños bocadillos rellenos de embutido y verduras, pan con queso fundido y hasta porciones de pizza); muchas de ellas, de autoservicio. Es lo que ocurre cuando el abanico supera los trescientos tipos diferentes de pan.

Pero, sin duda, mi preferido es el desayuno tradicional de la región de Baviera, al sur del país: está compuesto por Weißwürste (salchichas blancas hervidas y elaboradas con carne y especias), mostaza dulce como acompañamiento, un Bretzel salado y, atención, un litro de cerveza (lo que, en vocablo alemán, se conoce como Maß) que ayuda a la digestión. Ni café ni nada que se le parezca, cerveza. Una conjunción de sabores típicamente teutones que alcanza su máximo esplendor en fiestas multitudinarias como el Oktoberfest de Múnich. Prost!

México

Puedes elegir unos huevos rancheros, un jugo de fruta fresca recién exprimida en pequeños puestos callejeros, también los típicos tamales. Eso sí, apunta esta palabra: chilaquiles. Cualquier buen mexicano que se precie los ha desayunado en la última semana, seguro. ¿De qué hablamos? Los chilaquiles son tortillas de maíz fritas, cortadas en forma triangular y cubiertas por toda suerte de acompañamientos: los tradicionales llevan salsa roja o verde a gusto del comensal, crema agria, cebolla y carne de pollo o cerdo, pero también los hay con huevo, con carne de res o con queso. Los puedes acompañar con un juego de naranja o con un buen café de olla.

Buena, bonita y barata. Una receta contundente que hace las veces de plato único, tan extendida que incluso alguien tuvo la magnífica idea de meterla entre pan y pan para crear la famosa torta de chilaquiles. Casi nada. Versatilidad ante todo.

España

Pan con tomate triturado y aceite de oliva; un pincho de tortilla de patata; riquísimos dulces como las ensaimadas, típicas de las Islas Baleares. Pero pocos desayunos vertebran mejor la geografía española que un buen chocolate con churros: hablamos de una masa de harina, agua y sal que se fríe en aceite hirviendo hasta obtener una textura crujiente y un inequívoco color dorado; el chocolate que lo acompaña se sirve caliente, en taza (de ahí su nombre, chocolate a la taza) y espeso, de manera que puedas saborear ambos productos a la vez.

Es un desayuno tan típico que incluso existen churrerías, comercios especializados en chocolate con churros. Y aunque en muchos sitios se pueden saborear durante todo el año, es más común hacerlo en Navidad, cuando el ambiente de las grandes ciudades se embriaga de un dulzón aroma tan característico. Una opción ideal para combatir el frío.

Argentina

Éranse una vez millones de personas pegadas a una bombilla de yerba mate desde primera hora de la mañana; porque pocas costumbres más arraigadas podrás encontrar alrededor del mundo. Los días en Argentina comienzan con sorbos de matecito y las conocidas facturas, que son pequeños bizcochos o piezas de bollería que hacen de colchón en el estómago; las hay dulces (destacando las rellenas de dulce de leche) y saladas.

En este sentido, un desayuno nacional típico está acompañado por medialunas, que toman su nombre de su forma ovalada y que suelen servirse de tres en tres; y es que, si aún no has sucumbido al amargo sabor del mate, siempre puedes pedir un buen café y empapar allí las medialunas. ¿Qué tal hacerlo en alguna de las mejores cafeterías de Buenos aires?

Reino Unido

Cuando te das cuenta de que se conoce como desayuno completo, sabes que ligero no será precisamente el adjetivo que mejor lo defina. El Full English Breakfast puede jactarse de ser uno de los más contundentes del mundo tanto por sus ingredientes como por la forma de prepararlos; dice la tradición que fue la Revolución Industrial y el aporte calórico que necesitaban los obreros los culpables de su merecida fama. Se trata de un gran plato compuesto por huevos fritos, tocino, una salchicha de buen tamaño (o varias más pequeñas), baked beans (alubias guisadas en salsa de tomate), champiñones, tomate a la parrilla y un par de rebanadas de pan. Y todo acompañado de una taza de té, por supuesto.

Más allá de la versión inglesa, hay otras versiones locales con variaciones dependiendo de dónde te encuentres en el momento de pedir tu desayuno: el Full Irish, al que se le añade morcilla o hígado; el Ulster Fry, que incluye un pan triangular llamado farl; el Full Welsh, que añade la típica receta galesa de laverbread, una masa preparada con algas; o el Full Scottish, que se caracteriza por los tatties, una masa de patata y harina frita.

Japón

Y dejamos para el final quizá, para ojos occidentales como los nuestros, el más exótico de todos los países que hemos visitado; si pensabas que las combinaciones habían alcanzado su punto álgido, aquí comprobarás que no. Un tradicional desayuno japonés está compuesto por diferentes platos y nunca, nunca, pueden faltar los siguientes: un cuenco de arroz blanco, pescado a la plancha, verduras encurtidas (tsukenomo en idioma japonés), té verde sin azúcar y la célebre sopa miso.

¿Con qué está hecha? El dashi (caldo de pescado) y la pasta de miso (una mezcla de sal y semillas fermentadas que se disuelve en el líquido) conforman la base, aunque en muchos casos se añaden verduras, algas o tofu. ¿Y cómo se come? La sopa, bebida directamente desde el cuenco; los ingredientes sólidos, luego, con palillos.