Escapada a Sevilla

06/05/2019

Iberia Sevilla

Sevilla, una ocasión para celebrar, y un pequeño grupo de grandes amigas. El momento fue marzo, ya primavera, pasando un fin de semana largo, disfrutando del sol y del olor a azahar. Volvimos felices, tanto por las visitas a palacios que se pueden hacer (véase el de Las Dueñas o el de la Condesa de Lebrija), como con los dulces… ¡qué dulces! Se hablan maravillas del tapeo sevillano (que consumarlo, también lo consumamos), pero el deleite de entrar en cualquiera de las muchas pastelerías tradicionales de la ciudad, todo artesano, bien merece su propio hueco viajero. Cierro los ojos y mi córtex vuelve a combinar el gusto y el olor a chocolate puro y a miel. ¡Ñam!

Sevilla a través de sus casas señoriales

Durante nuestro reciente viaje a Sevilla repartimos los encuentros con palacios entre el sábado y el domingo, así pudimos concederle a cada uno el tiempo que se merecen.

 1_Palacio de la Condesa de Lebrija

La visita al palacio de la Condesa de Lebrija fue obra de la diosa Fortuna. Dicho esto, el que este edificio renacentista se encuentre en una de las calles más transitadas de Sevilla jugó, con total probabilidad, un rol de peso en que nuestros pasos se cruzaran. El resto del mérito se lo debemos a la entrada del edificio, que nos atrajo y nos llamó a la acción. Pensamos, “¿y si compramos entradas para después de comer?» Y así, por impulso, fue como nos prometimos una segunda cita.

Gracias a que optamos por la visita guiada, a que nos relataron las historias de vida de sus habitantes y de cada sala, tuve ocasión de dejarme seducir no solo por el espacio, o por joyas como los mosaicos de las escaleras de entrada, sino por el personaje protagonista de la casa. Coleccionista empedernida, mujer con fuerza, con garra…Regla Manjón Mergelina me pareció un sujeto de estudio apasionante, además de una fuente de inspiración, tanto por su personalidad como por su insaciable afán viajero. ¿Y qué decir de ese retrato, colofón final de la visita, pintado por las mágicas manos del gran Sorolla? Modelo y artista haciéndose justicia mutuamente. Delicioso.

En la visita al Palacio de la Condesa de Lebrija son varias las cosas que no pasamos por alto, como el enrejado de la entrada, o el patio principal, o lo orgánico de sus suelos. Tampoco cómo esa mujer movió cielo y tierra para adaptar el continente de la casa al contenido, a las obras de arte que con tanto mimo recopiló y puso en valor. En definitiva,este Bien de Interés Cultural y Patrimonio histórico de España, sito en la calle Cuna número 8, es un punto para Sevilla. Vale la pena.

2_Palacio de Las Dueñas

Lo de poder visitar el Palacio de Las Dueñas es algo reciente. Esto se nota, como cuando entras en una sala y te alcanza el perfume de quien la acaba de abandonar. Esa cercanía, esa esencia de casa vivida, se respira. Y es un punto.

Lo primero que nos sorprendió fue la localización del palacio: incrustado en el trazado urbano de Sevilla, sin margen para respirar. Exteriormente parece algo recauchutada, mientras que internamente todo es relajado, todo fluye, tiene magia. Me pareció más bohemio que el palacio de Regla, pero igual de espectacular, incluso más. En realidad son diferentes y, por ende, incomparables, aunque este me resultó más hogar y menos museo.

El recorrido por el Palacio de Las Dueñas se ajustó a nosotras como un guante. Para empezar, no hizo falta reservar con antelación; un apuesto sevillano, impecablemente trajeado, nos animó a pasar por el torno de entrada, y fue así como pronto nos hallamos en el espacio de acceso, cara a cara con la fachada. ¡Y qué fachada! Las persianas de esparto confieren al conjunto de balcones un aire bucólico y desenfadado que tiene mucho de hilo conductor de lo que es el alma del palacio. Para continuar, la recorrimos por libre. Pudimos sentirnos (y sentarnos) en sus jardines, leer sobre la infancia de Machado en la casa. También detenernos en los espacios íntimos de la Duquesa de Alba, en esta estancia donde se reunía con primeras figuras del toreo, de la canción y de la farándula, del flamenco y la arena.

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¿Qué hicimos el resto del tiempo?

Muy sencillo, ¡vivir Sevilla! Darle carnaza a la báscula, pecando y volviendo a pecar en varias de sus confiterías, que huelen a chocolate de verdad, también a torrijas de miel. No recordábamos que Sevilla tuviera un lado tan dulce.

Tampoco sabíamos que la capital andaluza ha sido considerada la cuarta mejor del mundo por su carril para bicicletas así que, como os podéis imaginar, nos quedamos con las ganas de recorrerla sobre dos ruedas. Los vi por toda la ciudad, especialmente en los alrededores del Real Alcázar y de la Plaza de España, y pensé: “para la próxima”. Así que lo tengo claro: siempre hay que dejar algo en el tintero para poder repetir. Sevilla, una ocasión para celebrar, y un pequeño grupo de grandes amigas. No se necesita más.

Fotos de Francisco Colinet, Trinh Nguyen y Andre and Annemarie |Marita Acosta

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