En esta ocasión vamos a practicar una respiración más profunda. Este tipo de respiración te ayudará a relajarte, pero es importante practicarla para lograr que sea fluida y fácil de realizar cuando lo necesitéis. Vamos entonces…
Adopta una posición cómoda, ya sea sentado o acostado. Desabróchate el cinturón o cualquier prenda de ropa que pueda causarte molestia o incomodidad. Cierra los ojos. Concéntrate en tu respiración. Percibe el aire que inhalas y el aire que exhalas. Durante las primeras cuatro o cinco respiraciones no hagas ningún cambio, solo obsérvalas.
Toma aire lentamente por la nariz y dirígelo a la parte baja del estómago, por debajo del diafragma. La parte baja del estómago se infla y el diafragma se mueve, permitiendo que se expanda la caja torácica. En estos momentos, el pecho y los hombros no deben moverse. Sigue inhalando y siente cómo el aire va penetrando en la parte media y finalmente en la parte alta de los pulmones, hasta que el pecho finalmente se expande. Retén el aire unos instantes, sin forzar y sin tensarte. Ahora déjalo salir lentamente por la nariz.
Permite que se desinfle primero la parte alta de los pulmones, después la parte media y finalmente el estómago, mientras dices: «Estoy bien, estoy relajado«. Puedes ayudarte poniendo una mano en el estómago y la otra en el pecho. Al inspirar, la mano del pecho no se debe mover hasta que el estómago se haya llenado de aire. Al expirar, baja primero la mano del pecho y después la del estómago.
Repite el ejercicio entre cinco y diez veces. Hazlo varias veces al día, cada vez que te acuerdes. Hasta que logres que el ritmo sea natural, fluido y más relajado. Recuerda que este tipo de respiración es la de los bebés. Así que todos respiramos así durante un tiempo. Recupérala.
Cuando el aire entra a tus pulmones, imagina que es aire dorado o energía luminosa y sanadora. Observa la respiración y observa o piensa en ese aire dorado. Siéntelo. Sigue su recorrido. Cuando sale, siente como se lleva consigo toda la tensión. Tu cuerpo se afloja. Imagínate que eres una muñeca o muñeco de trapo. Tu cuerpo se siente tibio, ligero o pesado. Se siente relajado.
Cuando sientas que lo puedes hacer de una manera fluida y fácil, hazlo con los ojos abiertos en cualquier lugar en el que te encuentres, menos cuando conduzcas o estés realizando alguna tarea importante. Unas cuantas respiraciones te ayudarán a bajar la tensión y la angustia, en cualquier momento o lugar.
Foto | PhotoLab XL
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