Pocas ciudades hay en el mundo tan versátiles, tan místicas y tan atractivas como puede serlo La Habana. La capital de Cuba está viviendo un nuevo esplendor en el que combina tradición y modernidad de una forma sublime, por eso siempre resulta interesante aportar originales puntos de vista para poder descubrirla más allá de lo obvio.
Una de las mejores maneras es hacerlo desde las aturas, gracias a numerosos puntos elevados en la ciudad que nos permitirán disfrutar de increíbles panorámicas. Hoy recorreremos los cuatro miradores más originales de La Habana y quedaremos deleitados no solo por sus vistas, también por todo lo que los rodea.
La cámara oscura de la Plaza Vieja
Empezaré por la que, para mí, representa la forma más original de descubrir La Habana desde las alturas. Inaugurada en el año 2001, esta cámara oscura fue un regalo de la Diputación de Cádiz, en España, para conmemorar el hermanamiento de ambas ciudades. No en vano, a Cádiz se la conoce popularmente como La Habana Chica por sus importantes similitudes. Está hecha a semejanza de la cámara que existe en la Torre Tavira de la ciudad andaluza.
Se trata de un periscopio ubicado a 38 metros de altura y compuesto por un complejo sistema de lentes y espejos que devuelve la imagen en una pantalla cóncava de casi dos metros de diámetro. Este mecanismo permite panorámicas bidimensionales de 360º y abarca un una distancia de hasta cinco kilómetros a la redonda.
Su privilegiada ubicación en el Edificio Gómez Vila, permite ver de cerca construcciones emblemáticas de la Habana Vieja como la Catedral, el Palacio de los Capitanes Generales o el Parque Central. La original perspectiva se acompaña de la narración por parte del guía.
A la cámara oscura se accede a través de un ascensor que desemboca en una terraza desde la que también disfrutarás de increíbles vistas. Es la única cámara de este tipo que existe en Latinoamérica y una de las pocas que existen en el mundo.
El Faro del Castillo del Morro
Quizá no sea la panorámica más elevada que encontrarás en La Habana, pero se convertirá en la de mayor encanto. Construido en 1845 como parte de las murallas del Castillo de los Tres Reyes del Morro, el faro representa la entrada marítima a la capital de Cuba gracias a su altura focal de 44 metros. La construcción se eleva hasta los 25 metros de altura. Sigue cumpliendo su función actualmente, emitiendo dos destellos blancos cada quince segundos a modo de guía en la noche.
Es posible subir hasta lo alto del faro adentrándose por las escaleras que serpentean en su interior. Una vez en lo más alto, la panorámica de la Bahía de La Habana es sencillamente espectacular. Parece como si contemplaras la Ciudad Vieja y el Malecón desde la primera fila, sin nada que pueda hacerte sombra.
La visita suele complementarse con las explicaciones del encargado, que muestra el funcionamiento del faro. Muy recomendable visitar también la fortaleza La Cabaña para disfrutar de la Ceremonia del cañonazo a las 21h, evento declarado como Patrimonio Cultural.
La torre del Edificio Bacardí
Arquitectónicamente hablando, esta construcción representa la joya del estilo Art Déco en La Habana, un imponente edificio levantado en 1930 y que, entonces, se convirtió en el más alto del país.
Su diseño en forma de pirámide escalonada queda coronado por una esbelta torre central que destaca entre el entorno por su llamativo colorido y por el mirador que alberga aún hoy en día. Podrás subir hasta aquí por solo 1 CUC, para disfrutar de excepcionales vistas de la ciudad. El ascensor te llevará hasta la penúltima planta y, de ahí, tendrás que subir por unas escaleras. Es recomendable a cualquier hora del día, pero lo mejor es visitar su terraza al atardecer para saborear un ambiente de película.
El edificio Bacardí debe su nombre a que fue la sede de la empresa de ron antes de la Revolución Cubana. Este recuerdo se mantiene vivo en la actualidad gracias al murciélago de bronce que remata la torre central, símbolo de la compañía.
Más allá de sus fantásticas vistas, la decoración de la fachada es memorable, metros y metros cuadrados agasajados con granito natural de Baviera y azulejos para seguir el estilo modernista catalán. El efecto cromático es realmente singular.
El Memorial a José Martí
Dejamos para el final el que quizá sea el mirador más conocido de La Habana, ubicado en la Plaza de la Revolución. El Memorial a José Martí representa la estructura más alta de la capital de Cuba, un enorme obelisco (142 metros de altura y casi 40 de diámetro) revestido con losas de mármol gris con forma de estrella de cinco puntas.
Es posible llegar hasta las terrazas de observación tomando el ascensor, aunque también puedes hacer uso de su escalera interior de 567 peldaños. Las vistas desde lo alto son espectaculares. En días de buena visibilidad, podrás contemplar el horizonte habanero hasta una distancia que supera los cincuenta kilómetros. La panorámica permite una visión de 360º.
Este edificio es de visita obligada no solo por las vistas desde su mirador, también por su significado cultural. Levantado en honor al poeta y héroe nacional José Martí, en su interior alberga cuatro salas de exposiciones y un salón de actos.
En ellas podrás realizar un recorrido exhaustivo por la figura de Martí (atento al mural que muestra cómo era La Habana en el siglo XIX) y por la historia de construcción del monumento y la plaza. Como puntos álgidos, los 79 pensamientos de Martí grabados en la base con letras de otro y la estatua de mármol blanco del revolucionario, de 18 metros de alto.