Continuamos ahora nuestros consejos para aquellos que acompañáis a una persona que sufre aerofobia. En este caso, se trata de que, con este sencillo ejercicio de relajación, aprendáis a «dirigir» a la persona con miedo a volar cuando necesite calmarse en un momento de ansiedad. Intentad concocer previamente qué le relaja a la persona con la que viajáis y, sobre todo, si hay algún ejercicio que suela utilizar, para así poder apoyarla. Debereis practicar vuestro tono al hablar, lento y suave, vuestras palabras calmantes y la capacidad de «traer» a un momento de crisis una situación relajante.
Podéis practicar acompañados de este vídeo.
Empezamos. Colócate en una posición cómoda, si puedes tumbado en una colchoneta, con los brazos extendidos cómodamente a los lados, las piernas estiradas, con los pies ligeramente abiertos hacia fuera, con disposición a relajarte… Cierra los ojos y siente tu respiración, tranquila, en calma.
Observa tu respiración, sin modificarla. Toma conciencia de que algo respira en ti, no te cuesta esfuerzo alguno respirar, respiras y te llenas de calma, respiras y te llenas de paz. Vas a comenzar visualizando un prado verde, del color verde que más te gusta. Visualiza una extensión de césped verde que se extiende hasta un bosque cercano, observas la hierba verde, los reflejos verdes del sol sobre la pradera. Extiendes la mirada hacia el bosque y ves hojas de todos los tonos de verde posibles… Es relajante, muy relajante, el sol se refleja en las verdes hojas de los árboles y se forma ante tus ojos una miríada de delicadas tonalidades de verde que se reflejan entre sí creando un espacio tridimensional de color verde.
Es hermoso y lo disfrutas, respira tranquilo y en calma un aire puro, lleno del oxígeno que producen los árboles del bosque… Me encuentro respirando un aire puro, verde, relajante… con cada respiración me relajo más y más… escucho el susurro que produce el aire al pasar entre las hojas de lo árboles, es relajante, muy relajante, escucho el sonido del viento en las hojas y me relajo más y más… Me quedo por unos instantes observando el prado verde, los viejos árboles centenarios, sus hojas hermosas, y sintiendo mi respiración… Tomo conciencia de mi cuerpo descansando relajado… más relajado. Me preparo para abandonar el ejercicio, conservando todos los beneficios conscientes o inconscientes que me aporta.
Contamos lentamente 1… 2… 3… abro y cierro las manos despacio, tomando conciencia de las pequeñas articulaciones de los dedos. Tomo aire con más intensidad, realizando una respiración profunda… Y abro los ojos, conservando el estado de relax y calma que he logrado con el presente ejercicio de relajación.
Foto | reway2007
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