Las personas, en ocasiones, tenemos miedo a situaciones a nivel psicológico y no sabemos identificar por qué. Estos miedos aparecen en determinadas ocasiones y al no saber identificarlas, no sabemos gestionarlas y, por lo tanto, nos acaban llevando a experimentar inseguridad. A veces, incluso identificándolas, nos la siguen generando porque, de forma racional, no somos capaces de apaciguarnos. Esta situación es lo que podríamos definir como fobia, un miedo incontrolable y a veces irracional que nos invade y que no sabemos gestionar.
Ante esta situación, por la fobia en sí misma o por intentar evitarla, las personas tendemos a cambiar nuestro comportamiento o nuestra forma de actuar y de relacionarnos con ella.
Nuestro entorno frente a estas situaciones es fundamental. Hay que tener claro que la evitación no es una solución a largo plazo. No hablar del problema no va hacer que desaparezca o que no exista, al contrario, puede lograr alargarlo y enquistarlo.
La comprensión y la empatía son dos piezas clave de nuestro entorno.
¿Qué debemos hacer si nos encontramos ante una persona con aerofobia?
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Escuchar y empatizar con la situación
Escucha activa. Escuchar todo lo que la persona con aerofobia quiera expresar, cómo se siente, cómo lo vive, qué le genera… ya que esto nos da mucha información para poder crear una situación cómoda para intentar gestionar esas inseguridades que pueda estar viviendo y empatizar con su angustia, con su miedo.
Validar todo lo que siente. No quitarle importancia para que no intente tapar o huir del problema. A veces, hablarlo ayuda a racionalizar más el proceso y así poder trabajarlo desde la razón.
A veces, incluso, si vemos que una persona tiene comportamientos de fobia frente a una situación, es preferible no esperar que nos lo cuente, sino tomar la iniciativa de preguntar o de interesarnos por él puede ser de gran ayuda, ya que no todo el mundo se expresa de la misma manera ni lo habla con la misma libertad.
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Aprender qué hacer en situaciones de pánico
En primer lugar, lo más importante es mantener la calma. No dejarnos contagiar por la situación de pánico que está viviendo esa persona y no dejarlo nunca solo. Tiene que sentir que no lo vamos a abandonar en esa situación. Nuestra presencia física puede ayudar a transmitirle paz y sosiego. En ningún caso se debe ningunear lo que siente o está viviendo; eso solo avivaría el miedo y empeoraría la situación por no sentirse comprendido.
Es importante preguntarle cómo se encuentra y qué siente, pero sin llegar a ser muy insistente. Las preguntas repetitivas pueden generar un aumento de la ansiedad.
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Exposición a entornos fóbicos
Tenemos que ser conscientes de que las fobias aparecen en situaciones determinadas. En este caso, la aerofobia aparecería en todo el proceso del vuelo, desde que sacamos el billete o hacemos las maletas, hasta que está sentado en el avión volando a su destino.
Acompañar a la persona que tiene la fobia a realizar exposiciones controladas puede ser de gran ayuda para aprender a gestionarla. Es recomendable que estas exposiciones/procesos sean aconsejados y supervisados por un psicólogo para que nos pueda guiar en cómo realizar una exposición gradual.
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Establecer metas
Hay que partir de la base y ser conscientes de que una fobia se puede superar. También hay que saber que es un proceso lento, pero que dotará a la persona de herramientas para enfrentarse a ella. Según vaya avanzando, irá construyendo cimientos sólidos que le irán dando la seguridad necesaria para enfrentar las fobias o los miedos.
En el caso de la aerofobia, los objetivos deberán estar dirigidos hacia la superación del miedo a volar. Primero, aprendiendo a gestionar el nerviosismo de preparar la maleta o comprar los billetes, hasta el momento del vuelo. Y segundo, valorando, con el apoyo de un profesional, cuál es el momento que más miedo le genera para aprender a gestionarlo.
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La actitud como herramienta de comprensión
La actitud es una pieza clave para enfrentarnos a esta situación, pero no tenemos que coger más peso del necesario. No debemos responsabilizarnos ni involucrarnos en exceso. Hay que poner ciertos limites para que la persona que sufre la fobia entienda también que es su responsabilidad, su miedo y que debe trabajar y hacerse cargo de él. Nosotros le acompañamos, le escuchamos, pero la última palabra la tiene él. No debemos tampoco sobreproteger; el acompañamiento no es involucrarnos hasta solucionar su problema, sino, como bien dice la palabra, acompañar en el camino.
Como parte última, e igualmente importante, valorar y celebrar los avances que vaya teniendo, por pequeños que parezcan. Respetar sus tiempos y animarle a continuar.
Serás un gran apoyo en esos momentos de bajón, cuando quiera rendirse, cuando no vea salida para recordarle que se puede, que es posible vencer la fobia.
Autor: Psicoline