¿Por qué me cuesta superar el miedo a volar?

12/05/2022

A la hora de superar un miedo hay muchas personas que hablan de dificultad, estancamiento o de procesos excesivamente largos.

Tenemos que ser conscientes de que las fobias van apareciendo a lo largo de nuestra vida y son un proceso de aprendizaje que necesita de tiempo para poder trabajar con ellas. La inmediatez no es buena consejera ni compañera cuando nos ponemos manos a la obra para trabajar una fobia.

Cuando nosotros, como especialistas, evaluamos y trabajamos con personas que las padecen, es muy importante ver qué las mantiene y qué dificulta el proceso de mejoría. ¿Qué es lo que suele frenar el proceso de mejoría?

La inmediatez y expectativas

Cuando empezamos a trabajar con una persona que padece una fobia solemos encontrarnos con expectativas sobre cómo será el proceso de mejoría (los pasos que se darán, el tiempo que durará -que, por cierto, no siempre se irá hacia adelante-, y por ello es importante trabajarlas. Necesitamos ajustar la idea de cómo iremos avanzando en el proceso, ya que puede llevarnos más sesiones de las que esperábamos, puede haber recaídas, etc., y al final, con mucha probabilidad, acabaremos sintiendo frustración. Ante todo, y aunque no sea fácil, te invitamos a la calma y a ser consciente de que estamos ante un proceso con un timing individual.

El miedo a los síntomas

Pensamos que las palpitaciones, la presión en el pecho o la respiración agitada, por ejemplo, son síntomas peligrosos. Cuando no nos conocemos mucho, podemos interpretar ese tipo de señales como algo que evitar y no mirar. Pero no; es necesario escucharnos y saber que tienen que ver con la ansiedad, y tiene solución.

El peso de los pensamientos

En los miedos damos mucho valor a los pensamientos. ¿Qué ocurre si estamos en un avión y oímos ruidos desconocidos? Tal vez puede pasarte que empiezas a generar escenarios o situaciones que no tienen un buen final. Lo que pensamos tiene mucho peso en cómo nos sentimos, de ahí que sea necesario no entrar a cuestionar esos pensamientos. Es una partecita de nosotros que intenta ponernos a salvo, pero los pensamientos no definen quienes somos, así que te proponemos que no entres en su juego, que los vivas como algo ‘externo’ a ti.

Soluciones erróneas intentadas

Cuando piensas en momentos en los que volar te ha generado miedo, ¿qué has intentado para poder mejorar? Es importante que en ese momento analicemos cómo de útil han sido todas esas conductas y tratemos de ver qué tendría que haber sido diferente. Y, sobre todo, si no te has puesto en manos de profesionales y sientes que ese miedo te limita, te recomendamos que puedas acudas a un profesional, que te ayudará a encontrar soluciones útiles para ti.

Y para terminar, hablamos de mecanismos de defensa ante el miedo

Nuestro cerebro nos protege y está diseñado para ayudarnos en nuestra supervivencia; por ello, crea mecanismos que intentan ponernos a salvo o ayudan a controlar la ansiedad. ¿Qué ocurre con ellos? Que aunque suponen un alivio y una desaparición de los síntomas a corto plazo, suelen ser el principal problema de no superar los miedos. Así que veamos cuáles son esos mecanismos:

  • La evitación: Es normal que cuando algo nos genera malestar no queramos enfrentarlo o tenerlo cerca. De ahí que haya personas que si tienen miedo a volar, eviten a toda costa desplazarse en avión. ¿Y cuál es el problema? Que cuando lo evitamos y no nos enfrentamos al problema, y en muchas ocasiones condicionamos nuestra vida y planes en torno a ese miedo, hacemos que se cronifique.
  • Escape o huida: Un poco diferente a la evitación, ya que en ella nos aproximamos a la situación temida, pero cuando empezamos a experimentar síntomas de malestar que nos resultan familiares, tomamos la decisión de alejarnos para sentirnos a salvo.
  • Planificación o control: Es un mecanismo más de nuestro cerebro. El control parece que nos da sensación de manejar lo que ocurre sintiendo que así rebajamos la ansiedad. Si me encuentro en un vuelo, tal vez trate de estar atento a lo que ocurre alrededor, sintiendo así parte de seguridad y control sobre el entorno. Pero si comienzan turbulencias, la incertidumbre aparecerá y mi sensación de descontrol aumentará generándome ansiedad, por lo que mis intentos de control no tendrían sentido y más bien aumentarían el malestar. Dejémonos fluir e intentemos aceptar que no podemos controlar todo lo que ocurre.

Autor: Psicoline