¿Cómo se adquiere el miedo a volar?

19/05/2022

Muchas veces necesitamos entender para solucionar. Esto lo vemos en la vida diaria, pero también en problemas relacionados con nuestros miedos. En terapia trabajamos para crear la historia de nuestros miedos y para generar una narrativa que nos ayude a darle sentido e investigar los pequeños cimientos sobre los que se generó el problema, aunque unas veces sea más complicado que otras.

Así que hoy queremos ayudaros a entender qué ocurre dentro de nosotros cuando se despierta este miedo. Tenemos que ser conscientes de que para cada persona habrá un origen y una forma distinta de entender cómo se creó ese miedo; de ahí que sea tan interesante indagar sobre nuestra propia historia. Así que vamos allá.

¿Qué motivos puede haber? Echemos un ojo a cada uno de ellos.

  • Aprender de los demás

Uno de los motivos es lo que en psicología llamamos ‘aprendizaje vicario’. ¿Qué quiere decir esto? Que aprendemos y adquirimos conductas o formas nuevas de funcionamiento en base a lo que vemos en otras personas. ¿Y cómo aplicamos esto al miedo a volar? Si de pequeñito he visto cómo personas cercanas a mí (padres, tíos, abuelos) se ponían muy nerviosas al pensar en un viaje en avión y ello les llevaba a sentir ansiedad, puedo interpretar que el hecho de volar es algo peligroso. Así, aunque para mí un vuelo haya sido algo incluso divertido, puedo llegar a interpretarlo como algo que puede ponerme en riesgo, por lo que poco a poco empiezo a generar estrategias que cuyo fin es ‘ponerme a salvo’. Y esto, en vez de ayudar, me limitan a hacer mi vida.

  • Haber vivido experiencias traumáticas en el pasado

Experimentar momentos traumáticos, complicados o vergonzosos anteriormente lleva a nuestro cerebro a actuar para ayudarnos a sobrevivir. Por eso, si en el pasado hemos tenido alguna experiencia complicada en un avión, nuestro cerebro se activa y nos intenta alejar de esa situación que interpretó como peligrosa. Aunque sea una estrategia de supervivencia, también es importante intentar cuestionar lo que ocurre, ya que nuestro cerebro tiende a sobreestimar los recuerdos traumáticos. Sobre todo, teniendo en cuenta que el avión es uno de los métodos de transporte más seguros.

  • Intentar dar significado a cosas que no entendemos

Hablábamos de que el cerebro es muy sabio y tiene estrategias muy interesantes para ayudarnos a mantener la supervivencia. Los seres humanos necesitamos explicaciones ante las cosas para tratar de tranquilizarnos. De ahí, que cuando haya algo que no entendemos (como una turbulencia o un sonido extraño durante el vuelo) creamos explicaciones que acabamos creyéndonos y que generan alertas en nuestro sistema de supervivencia. ¿Qué puedo hacer si lo primero que pienso es que algo malo puede ocurrir? Aceptar que es una partecita de ti que trata de trabajar por ponerte a salvo, pero verla como algo ‘externo’ que no siempre tiene la razón.

  • Las emociones nos afectan a la hora de recordar

¿Alguna vez has oído que aprender es mucho más sencillo cuando se generan emociones con ese aprendizaje? Pues con el vuelo ocurre algo parecido, ya que nuestras emociones tienen mucho peso y dejan mucha huella. ¿Qué quiere decir esto? Que si en algún momento hemos tenido una experiencia compleja en un vuelo y se ha activado nuestra emoción de miedo, es mucho más probable que en el recuerdo unamos el avión con esa emoción.

  • No estamos diseñados para volar

Los seres humanos no nacemos para volar. Nuestros sentidos se agudizan y sentimos que perdemos el control cuando hay cosas que se escapan de nuestra rutina. Estamos ‘diseñados’ para tener los pies en la tierra; volar es algo que se escapa al funcionamiento de nuestro cerebro, y por lo tanto nuestros sentidos se ponen  marcha cuando sienten que hay algo que no está yendo como debería o como estamos acostumbrados. ¿En qué deriva esto? En que si nuestros sentidos notan que algo va diferente y que hemos perdido el control, estos activarán nuestros mecanismos de supervivencia, y ello nos llevará a plantearemos diferentes escenarios y alternativas de actuación para intentar ponernos a salvo. Los seres humanos necesitamos la sensación de seguridad, y aunque no la experimentemos de forma física, nuestra mente intentará ponernos a salvo a nivel mental.

  • A veces un tipo de fobia no va sola

Los miedos a veces no vienen solos y hay muchas fobias que tienen relación con otras. En muchos pacientes que acuden a consulta coexisten la claustrofobia y la aerofobia. Y, a veces, una puede llevar a la otra. Si me genera ansiedad estar en sitios cerrados y por lo que sea me veo obligado a estar más tiempo del habitual a permanecer en el avión, puede ser que interprete que los aviones no son un lugar en el que vaya a poder estar tranquilo y a salvo. Pero es una interpretación, es decir, un pensamiento; la verdad es que no todo lo que pensamos es real.

  • Tenemos exceso de información del entorno

Vivimos en un mundo donde la información está constantemente disponible. Vemos noticias en los medios de comunicación que tendemos a sobredimensionar y a priorizar. Si vemos un accidente, podemos llegar a pensar que eso es lo habitual, cuando realmente, si contrastamos datos estadísticos, no es así.

Todas estas explicaciones son argumentos que encontramos a la hora de analizar el inicio del miedo a volar. ¿Hay alguna que encaje con tu historia?

 

Autor: Psicoline