Los niños también pueden experimentar miedo a volar. Como en los adultos, es un miedo irracional que se puede mitigar con técnicas de relajación. La dificultad radica en hacerles entender qué es lo que deben hacer para tranquilizarse. ¿Qué mejor que un cuento?
Laura era una joven que soñaba con viajar y descubrir el mundo, pero su miedo a volar siempre se interponía en el camino. Cada vez que se acercaba la fecha de un viaje en avión, su corazón se aceleraba y las dudas la invadían.
Un día, Laura se encontraba en el aeropuerto, lista para abordar su vuelo hacia un destino exótico. Mientras esperaba en la sala de embarque, se encontró con un hombre mayor que parecía tranquilo y confiado. Curiosa, se acercó y entabló una conversación. Resultó que el hombre, llamado Tomás, tenía un miedo terrible a las turbulencias pero, después de probar distintas estrategias y trucos, había encontrado algo muy sencillo que le servía para tranquilizarse bastante y estaba dispuesto a compartirlo con Laura.
Tomás comenzó advirtiendo que no era nada revolucionario ni especial, pero que a él le había ayudado mucho. Le explicó que cuando el avión experimenta turbulencias, él se centra en dos cosas, mantener su atención hacia dentro, en la respiración y conectar de manera consciente con que los pilotos están capacitados para manejar estas situaciones y que la aeronave está diseñada para ser segura.
Laura se sintió algo escéptica, pero decidió probarlo en el próximo vuelo que iba a coger en cuestión de minutos.
A medida que el vuelo despegaba, Laura sintió cómo la ansiedad comenzaba a apoderarse de ella, especialmente cuando el avión atravesó algunas turbulencias. Recordando las palabras de Tomás, cerró los ojos y comenzó a respirar profundamente. Inhalaba lentamente por la nariz y exhalaba suavemente por la boca. A medida que se concentraba en su respiración, sintió cómo, a pesar de que la preocupación seguía ahí, su cuerpo se relajaba y su mente se tranquilizaba poco a poco.
En ese momento, Laura decidió distraer su mente para desviar su atención del miedo. Sacó su libro favorito y comenzó a leer, sumergiéndose en las páginas y dejando que la historia la transportará a otro lugar. Pronto se dio cuenta de que había dejado de prestar atención a las turbulencias y sentía más el control de sus emociones.
De repente, una voz resonó en los altavoces del avión. Era el piloto que informaba sobre las condiciones de vuelo y las turbulencias esperadas. Laura recordó las palabras de Tomás y se repitió a sí misma: «Estoy segura y protegida, los pilotos saben lo que están haciendo». Se sintió reconfortada al recordar que estaba en buenas manos y que el vuelo continuaría sin problemas. Esto, le ayudó a restarle credibilidad a los pensamientos catastrofistas que venían a su mente.
Justo tras aterrizar se dio cuenta de que en esta ocasión el miedo no le había paralizado, sino que se había convertido en un desafío que estaba decidida a superar. Y esto supuso un gran cambio de mentalidad para ella.
Agradecida por haberse dado la oportunidad de probar lo que Tomás le había aconsejado, dejó el aeropuerto atrás y se dirigió entusiasmada hacia las aventuras que le esperaban.
¡Feliz Vuelo!
David Lanzas
Psicólogo sanitario especializado en ansiedad y trauma
Fundador de Instituto Lanzas | @Psicolanzas
Imagen | Radist